Gustavo Tovar Arroyo: Maduro: 5 horas de muecas

Venezuela es una burla, una perpetua burla. Lo absurdo es lo cotidiano y el despelote lo trascendental. Es poco común pasar un día sin un sobresalto social, un atropello político, un crimen o una imbecilidad.

Eso es el chavismo: una mueca perpetua, el hazmerreír del universo (porque el planeta les quedó pequeño ante tanta vergüenza).

Mi entrega para hoy se titulaba: “Chávez y su Revolución Cartier”, pero la extravagante comparecencia de última hora de Nicolás Maduro ayer en la noche me hizo escribir esta nota al filo de la medianoche. Se las comparto.





Nicolás Maduro, a quien la semana pasada comparé con el profesor Jirafales, es un rotundo imbécil. No hay otra manera de calificarlo. Cero eufemismos. Venezuela se quiebra en pedazos y nosotros, los venezolanos, no podemos seguir con miramientos ni insinuaciones. Maduro es un imbécil y punto.

Debo reconocer que cuando lo cotejé con el profesor Jirafales de la vecindad del Chavo lo hice con cierta ligereza, no sabía el alcance de semejante aseveración. La categorización era física y psicológica. Su carácter bobalicón, su idilio con doña Florinda Flores y su elocuencia sosa de educador de burdel, hacen de Maduro el perfecto maestro Longaniza de la Revolución Cartier.

Una tras otra sus alocuciones lo signan. No puede ocultarse a sí mismo ni en Venezuela, ni en Ecuador, ni en China, ni en ningún lado que visitó como canciller. Es su seña.

Muchos se preguntan: ¿cómo es posible que el sátrapa lo haya seleccionado como su sucesor? Ayer quedó clarísimo. Chávez, narcisista como es, no podía darse el lujo de buscar a alguien que pusiera en orden su descomunal despelote y le diera sentido social o político a su rotundo fracaso histórico. Alguien tenía que pagar los platos rotos ante sus seguidores de su delirio pseudo revolucionario. Ese personaje es el imbécil de Maduro. ¿Quién más podría ser?

El universo está claro que lo de Chávez ha sido una colosal burla política, una farsa nueva rica y criminal, pero el chavismo venezolano todavía lo dudaba, vivían su espejismo a plenitud. La escasez, los miles de muertos, el infierno carcelario, la estridente corrupción, la ebriedad delictiva y la carnavalesca ineficiencia administrativa no eran temas que les incumbiera. “Patria socialista o muerte” era el lema, cualquier vaina que significase eso de “patria socialista”.

Ante la muerte, sólo un imbécil podía asumir el rol de sucesor del despelote, sólo un engreído bobalicón. Hasta en eso Chávez nos demostró su finísima intuición para la maldad. Maduro era el imbécil perfecto para esta mueca revolucionaria.

¿A quién acusará el delirante y huérfano chavismo por la inevitable caída de la Revolución Cartier? ¿A Chávez? No. A él jamás. Inculparán a su sucesor el Jirafales Maduro y a su socio, el capo de Radio Rochela: Diosdado Cabello.

Por cierto, la ausencia de Cabello en el gazapo de Maduro de ayer confirma la mortal rivalidad entre ambos. Ya Maduro le había humillado en una anterior ocasión cuando endilgo a Cabello la idiotez de quitarle la cachucha tricolor a Capriles. Se deslindo a tiempo y acusó al regordete ricachón disfrazado de militar por la obvia pendejada. La venganza es dulce y ayer Cabello, consciente de la imbecilidad que suponía lo de las cinco horas de comunicación mímica, entre muecas y balbuceos con el moribundo, se la devolvió. Este par no deja ni dejará de sorprendernos. Su fatalidad es inequívoca: están destinados a devastar la mueca de revolución.

Al margen de la descortesía e inexcusable menosprecio a la mascota humana del ALBA: Evo Morales, que gastando los recursos del necesitado y muy querido pueblo hermano de Bolivia, vino a visitar a su convaleciente “hermano del alma” y no pudo verlo ni un minuto, me preguntó: ¿en qué carajo estaría pensando el Jirafales Maduro cuando dijo que había pasado 5 horas dialogando con el moribundo Chávez -con su cánula traqueal- entre caritas, muecas, balbuceos y ojos brillantes?

La apoteosis de la imbecilidad no terminó ahí. Jirafales, además, aseguró que la discusión, a base de mímica y notitas, había versado sobre temas económicos. ¿Se imaginan esa opera bufa? ¿El Ministro de Energía, el Vice-presidente, el Ministro de Ciencia y cualquier otro monigote que haya estado ahí, haciendo gesticulaciones ridículas para definir el destino económico del país?

¡Coño, para coger palco!

Si de aquella falacia existiese un videíto, una pequeña muestra visual, este sería sin duda el vladivideo letal del chavismo, la burla más sonora y desternillante de todos los tiempos en Latinoamérica.

La majestad apocada de Maduro lleva dos meses narrándonos sus alucinaciones en la intimidad con Chávez: moretón por apretón de manos, enamoramiento visual, caminatas, trotes, energías desbordadas, firmas rojas, azules, negras, toda clase de sandeces que dejarían mudo al mismo Chávez, que no puede hablar. Qué casualidad que el único privilegiado testigo ante semejantes delirios ha sido el mismo Maduro, es decir, la única prueba a tanta imbecilidad es él.

Preguntó a Maduro tan presto a mostrar las pruebas de vida de Chávez (fotos truncadas, firmas y alucinógenas conversaciones): ¿estará dispuesto el usurpador a comparecer ante la Asamblea Nacional y mostrar las muecas, contorsiones y balbuceos exactos que hizo Chávez cuando le contó que había devaluado la moneda? ¿Podrá escenificar Maduro en carne propia la mímica de Chávez ante el paquetazo rojo. ¿Brillaron sus ojitos o se pusieron rojos rojitos de la arrechera? ¿Balbuceó?

El pueblo de Venezuela tiene derecho a saber la verdad, y ya que no existe Radio Rochela, tiene derecho a disfrutar y desternillarse de la risa viendo como un Vice-presidente y unos ministros dialogan con un moribundo entre muecas, mímica y contorsiones caricaturescas. Esa escena sería verdaderamente revolucionaria, al menos para una opera bufa.

La mímica revolucionaria es esencial para confirmar la veracidad de lo que se nos ha expuesto. Una revolución que se precie de seria, y que está dispuesta a perpetuarse, debe mostrar el “materialismo histórico” de sus pruebas, aunque estas hayan sido 5 horas inauditas de muecas, bailes y balbuceos. Además, hay que dignificar a la Revolución Cartier chavista mostrando las últimas muecas de su líder, sólo así se ganará la tan codiciada inmortalidad (del hazmerreír).

Culmino con una inevitable reflexión.

El jefe supremo, líder, padre, guía, comandante, todopoderoso, amador, ejemplo y dueño de la Revolución Cartier chavista es un twitter. Llegó a Venezuela hace pocos días y supuestamente está hospitalizado porque tiene problemas respiratorios (el único twitter con traqueotomía en la historia de la humanidad). Ese twitter además, según la imbecilidad de Maduro, está en plena capacidad para ejercer la Presidencia de Venezuela y resuelve el destino económico del país vía muecas y mímica con su equipo de “alto gobierno”. Pregunto: ¿No sería más fácil que el twitter-presidente escribiese a su menospreciado pueblo lo que está ocurriendo y le explicase, pleno como está de sus funciones gubernamentales, el por qué no se comunica por la vía natural, es decir la escritura?

¿Será que el twitter-presidente escogió a un imbécil como interlocutor para toda esta ficción y ese imbécil, como lo que es, no se ha dado cuenta? ¿Será que lo seleccionó convencido de que era su única posibilidad, por contraste, de salvar mínimamente su imagen frente a la historia?

Estoy seguro de que sí. Pero lo peor no es eso, lo peor es que el único imbécil que se cree toda esta mentira, además, quiere ser presidente.

¿Lo permitiremos?

@tovarr