En un comercial sobre tarjetas de alimentación que se transmite especialmente en medios radiofónicos de Caracas, se muestra un personaje que obligatoriamente tenemos que relacionarlo con Maduro, pues emula a un jefe de una oficina cualquiera que se percibe así mismo como todo un gerente y que su inocuo discurso se lo tragan completo sus subalternos; pero la percepción de estos es muy contraria, y el contenido de sus palabras ejerce sobre ellos una actitud de repulsión.
Porque cada vez que el Presidente y los más altos representantes de su gobierno hablan, a través de sus interminables cadenas, la expresión que observamos directamente del público a través de contactos personales o de los distintos medios, es de rechazo total a los contenidos de sus discursos.
Nos imaginamos que, algo parecido a lo que sucede en la cuña, pasa con el Presidente: se cree así mismo que está sobrado, que se la está “comiendo” y que la gente lo quiere cada vez más y con mayor pasión; pero bien equivocado está el heredero del trono, pero no del carisma de Chávez, porque lo que todo el mundo percibe es que, la óptica sobre la situación del país de este líder a la carrera, se corresponde más con una “realidad virtual” muy distinta a la que le corresponde sufrir a la inmensa mayoría de los venezolanos, que interpretan como una burla las “grandes decisiones” tomadas desde las alturas del poder en estos momentos.
No podemos precisar si se trata de posiciones fingidas, o sea poses o, si verdaderamente Maduro cree sus propios cuentos; pero lo que realmente percibimos es hipocresía y engaño. Por ejemplo ¿De verdad creerá que al país le alegra que el aumento de sueldo al sector militar sea mucho mayor y en mejores condiciones que el otorgado al resto de los trabajadores de la administración pública, comenzando por los policías, sobre quienes recae realmente la responsabilidad de resguardar la seguridad de los ciudadanos de este país? En este caso concreto hemos podido conocer la opinión de personas que concuerdan en una interpretación: el Presidente, con ese privilegio especial con los militares, lo que está haciendo es “pagar peaje”, y todos tenemos la sospecha del porqué y el para qué.
Pero lo más triste es que en ese mundo virtual en el que parece vivir el jefe del Estado, lo acompañen y refuercen sus fantasías personajes como el vicepresidente Arreaza, para quien sus cínicas cuentas le dan que el sueldo mínimo actual de los trabajadores es mayor a lo que se estima el costo de la “cesta básica”; mientras su ministro de Finanzas no demora en anunciar que ahora sí, la economía transita por un sendero de satisfacción plena de las necesidades de los venezolanos. Y todo esto nos da pie para preguntarnos también: ¿será por eso que muchos califican a este gobierno como un régimen “cínico-militar”?
¿No es cínico e irreal que se insista en tratar de hacernos creer que los malestares del país tienen su razón en una “guerra económica” montada por quienes se oponen a un socialismo impuesto a la fuerza? Porque tendremos que preguntarnos igualmente, por qué una situación tan desastrosa de la economía venezolana no se repite en países a los que Chávez y Maduro han regalado toda una fortuna, durante todos estos años de desgobierno nacional y que, por el contrario, han logrado salir de sus crisis y exhiben niveles de desarrollo en áreas donde Venezuela permanece en el foso?
De verdad que son cosas que no se entienden, y que nos convencen cada día más de que la manera de ver y explicar las dos realidades que perciben los ciudadanos de este país son tan distintas, que sólo bajo la óptica virtual de la fantasía podríamos tener razones para estar tan contentos como los miembros de la chaveburguesía que se mueren, pero de la risa, con lo que está sucediendo hoy con nuestro país.