Jorge Millán: El Yihad oficialista

Jorge Millán: El Yihad oficialista

thumbnailjorgemillanConsecuente con su primer oficio, nuestro Presidente siente que dirigir a Venezuela se parece a conducir un autobús, esto no sería problema si no viniera acompañado de la falta de escrúpulos y un dogmatismo que ha convertido al país en dicho vehículo y a los venezolanos en sus pasajeros, en un viaje que se asemejó al que se plantearon aquellos pilotos que les tocó la infausta tarea de estrellar sendos aviones contra las Torres Gemelas.

A Venezuela la conducen sin ningún desparpajo a la inmolación, en una suerte de guerra santa, rehenes de un conductor que ha decidido por instrucciones superiores, dígase el comandante eterno, los comandantes Castro, el pajarito y otros espectros imaginarios, combinado con una incapacidad sin precedentes, estrellarse con el espejismo del mar de la felicidad, que de mar devino en río y no cualquiera, sino nada más y nada menos que nuestro Guaire; por cierto, otra víctima de las mentiras “robolucionarias” de este Gobierno que creyó también en promesas vanas de redimirse volviendo a ser un torrente pulcro pero que la farsa revolucionaria solo lo usó para que unos vivos se embolsillaran unos tan despreciados dólares, símbolos del “enemigo imperial” y que al final despertó como el resto de los venezolanos, sumergido en los excrementos generados por el socialismo del siglo XXI, llenos de frustración y desesperanza.

Lo cierto es que, somos pasajeros en un viaje donde al chofer se le ha ocurrido unilateralmente sacrificarnos por unas ideas arcaicas y primitivas o ¿quién sabe? por su afán de proteger a los usufructuarios de los guisos que mantienen hundido al país, el Presidente-conductor le ofreció una ruta a los pasajeros, los cuales aspirando ser llevados a un destino mejor decidió secuestrarnos y llevarnos al suicidio colectivo.





Nuestros gobernantes han aprendido de las sectas dogmáticas como Al Qaeda o del Estado Islámico, quienes con el propósito de alcanzar los objetivos de su causa no solo llegan a convencer a unos incautos de suicidarse por ella, sino que en este propósito logran que le quiten la vida o hieran a personas inocentes.

Así opera la Revolución Bolivariana, que ha logrado ponerle una venda en los ojos a miles de venezolanos y día a día, inducidos por unos aprovechados que se enriquecen con el erario público, se manchan las manos de sangre al convalidar un Gobierno responsable por acción u omisión de los homicidios que genera la violencia desatada en el país, de los tantos que mueren de hambre o los que fallecen por no tener acceso oportuno a medicina o tratamiento médico.

Corresponde entonces, a todos los venezolanos hacer un inmenso esfuerzo por unir al país, romper con este proceso donde se pretende sin más razón que nos inmolemos y arruinemos nuestro futuro y el de las próximas generaciones de venezolanos para el enriquecimiento ilícito de la nomenclatura “roja rojita”. Es hora de cambiar y de recuperar una senda de progreso que le traiga bienestar a nuestro pueblo.