Juan Carlos Sosa Azpúrua: La sentencia de López no fue el fin del cuento

Juan Carlos Sosa Azpúrua: La sentencia de López no fue el fin del cuento

thumbnailjuancarlossosaLa semana pasada escribí unas notas que titulé: “¿Será la sentencia de López el fin del cuento?”  Allí expresaba mi angustia al ver que no habían pasado tres minutos de la misma, y ya se percibían signos alarmantes de quienes tienen a Venezuela viviendo un cuento de ficción, ese universo que se experimenta en una dimensión paralela, donde es aceptable cohabitar con una mafia, a la que denominan “gobierno”.

Este conglomerado político – la MUD – no quiso reflexionar las profundas implicaciones de la sentencia de López, análisis que quizás le permitiese diseñar estrategias cónsonas con la realidad y no con su cuento de ficción.

Si alguna duda hubiese sobre la respuesta a mí pregunta, hoy se respondió con un contundente “no”; dejando bien claro que el cuento no ha terminado. Lo contrario, ahora la ficción parece tener nuevos elementos – el martirio y la lástima – que le hacen más dañina para el destino de nuestra nación.





La sentencia de López demostró que el régimen disfruta siendo Satanás y no le importa forma alguna. No le rinde cuentas a nadie y desprecia a niveles patológicos lo que huela a civilización. Para la mafia que nos secuestra, el entramado institucional del planeta es su objeto de burla, un muñeco que agarran por el cuello para escupirle su desprecio.

Hace unos días decidí ver completo el programa de televisión que conduce un ser que coloca un mazo delante de él. Asumí tamaño masoquismo para analizar al personaje mientras hablaba del caso López. Como era de esperarse, el sujeto celebró la decisión de su títere judicial, reclamándole lo “leve” de la condena. Según él, a López habría que condenarlo por el asesinato de cuarenta y tres personas; y recibir una sentencia de treinta años.

El tercio mostraba videos, y se reía de todo y de todos; resaltando su predilección por algunos de los dinosaurios más connotados del parque jurásico al que han reducido la política, incluyendo a las especies jóvenes que imitan ideológicamente a los lagartos más fosilizados, pero que, retando a la ciencia arqueológica, aún respiran y fastidian.  Repitió tercamente que haría lo necesario para que en las próximas instancias de su juicio, a López le aumentasen la condena

Al leer la actitud de este ser, la conclusión es obvia: se sienten dueños de Venezuela y no tendrán escrúpulos para seguir delinquiendo ante los ojos del mundo.  Y viendo el control que ejercen sobre los medios, la desfachatez con que mueven los hilos de las marionetas institucionales, y la terca estrategia fallida de la MUD, uno debería tener serias razones para preocuparse, y jamás subestimar su capacidad efectiva de eternizarse en el poder – ya tienen diecisiete años de éxito-.

Como afirmé en mi artículo anterior, no deseo entrar en diatribas personales; sería lamentable que este escrito fuera percibido como algo diferente a lo que pretende.  La tragedia de López y su familia pertenece al contexto de sus vidas privadas, y allí nadie puede erigirse como juez, salvo los afectados directamente.

Escribo exclusivamente en el ámbito de lo que nos incumbe como país a los venezolanos. Y aquí entra el caso de López como elemento de consideración dentro de cualquier análisis objetivo que quiera hacerse de la realidad; ámbito donde espero que orbite el entendimiento de mis escritos sobre estas cosas.

Hoy fue un día donde la angustia por la ausencia de sindéresis política creció a niveles estratosféricos.  La marcha que se organizó en nombre de López – y pese a la genuina compasión sentida por muchos de los participantes- terminó siendo convertida por los capitanes de la MUD en una caravana electoral triunfalista, azuzando las esperanzas de la gente y sembrándole la idea de que sí se puede alcanzar la libertad por la vía de los votos.

La MUD erigió su clásica tarima, las tomas captaban los colorinches partidistas, y esas banderas ondeando al son de una musiquilla trillada, propia de cualquier campaña proselitista a la que nos han condenado.  Se escuchaban vítores, pitos, trompetas y aplausos – algo que en el contexto de una sentencia como la de López, y demás presos políticos, cuando menos es de mal gusto-.

Desfilaba la galería completa de aquellos – unos les dicen “cara e´tabla” – que una y otra vez le han dicho al  país que “esta vez sí vamos a ganar porque somos mayoría”, ansiosos por montarse en el podio y amar ese micrófono, vivir sus minutos de gloria. Fueron varios los protagonistas, pero resaltaron dos, quizás por la diferencia extrema de sus edades y lo irónico del penoso espectáculo que dieron.

Allí estaba Ramos Allup – el inmortal – con su admirable desdén al ridículo, con esa cosa blanca que se coloca en el cogote, exclamando feliz el “culillo” que siente el régimen de Maduro por él y su combo. Y también sobre la tarima, en el otro extremo generacional, Lilian Tintori;  gritando un discurso propio de un candidato a algo, despejando cualquier duda sobre su total fidelidad a la MUD; quizás – a juzgar por su tono, palabras y gesticulaciones- hasta con aspiraciones a ser la primera mujer presidente de Venezuela -ya pusieron a circular encuestas con su nombre -.

Lo que se dijo en esa tarima ya se ha dicho antes, una y mil veces.  Lo insólito es que todavía existan personas, no pertenecientes el mundo clientelar de la MUD, que sean capaces de seguir tragándose ese cuento con gusto.

Confieso que la actitud de la señora Tintori me deja perplejo, teniendo tanto en juego a nivel personal.  Uno pensaría que su esposo es el primer interesado en cambiar una estrategia que ha demostrado ser mortal para la Libertad de Venezuela y que lo será también para su propia libertad física.  Pero así sucedió en 2013, cuando teniendo todo para defenestrar al régimen: inconstitucionalidad de candidatura de Maduro, agravada por su doble nacionalidad; estafa con la muerte de Chávez y los decretos que firmó su cadáver; robo de elecciones; etc., igual decidieron silenciar las verdades para seguir participando en la farsa del régimen y obtener sus estériles alcaldías. Continuaron la fiesta electoral  – siempre en una cápsula aislante de la destrucción nacional –  y aquí llegamos, al día de hoy, donde a Chávez le celebran su “legado” y afirman que él – un desalmado que llenó las cárceles de inocentes – no hubiera puesto preso a López.

Definitivamente, ya sobre lo insólito estamos curados. Hemos llegado al punto de no sorprendernos con nada, pese a la tristeza que nos sigue generando presenciar semejante espectáculo en un país roto en pedazos.

Es lamentable que la MUD, junto a López como miembro de lujo, haya decidido seguir viviendo el cuento.  Yo espero en lo más profundo de mi alma equivocarme esta vez, y que el seis de diciembre todo en Venezuela cambiará para bien, incluyendo “la llave” de la cárcel de López y demás presos políticos. No haré nada para convencer a la gente del trágico error – olímpica irresponsabilidad, sería más correcto decir –  que implica seguir legitimando las farsas del régimen. Cada quien es adulto y tiene pleno ejercicio de consciencia.

Pero sí es fundamental que aquellos venezolanos de buena voluntad, que contra todo pronóstico aún siguen dictámenes de los capitanes de la MUD, pongan el seis de diciembre como fecha tope para decidir qué camino tomar.  De cumplirse las maravillosas expectativas sembradas por la MUD – ese eterno campo de frambuesas – , entonces será mi realidad la que tendré que revisar.

Si llega ese día, y el régimen hace lo que siempre ha hecho, habrá que decirle a la MUD: ¡Ya basta! … o seguirá el cuento hasta la eternidad y esas historias de mentira crecerán como monte en la tumba de Venezuela.

@jcsosazpurua