Víctor Simone de la Cruz: Familia sana, sociedad sana

Víctor Simone de la Cruz: Familia sana, sociedad sana

ThumbnailVictorSimoneDeLaCruzFederico Engels, en su libro El origen de la familia, la propiedad privada y el estado, nos explica que los grupos de humanos primitivos vivían en una sociedad donde todos los machos copulaban con todas las hembras. Basado en los trabajos realizados por varios antropólogos de la época, entre ellos el norteamericano Lewis H. Morgan, quien estudio la estructura social de los iroqueses, él nos continúa informando que  esa sociedad primitiva evolucionó hasta establecer, mediante tabúes sociales, la prohibición del incesto.    La proscripción  alcanzaba a no procrear con parientes hasta el quinto grado de consanguinidad y ello únicamente se pudo implantar a través de la mujer.

 

Luego Engels nos dice cómo nació la familia, alegando que ello ocurrió cuando el hombre  por primera vez  tuvo la seguridad que una cría parida por una hembra era hija suya.   Ello requería que esa madre únicamente hubiese copulado con él, momento en que nació el concepto de pareja, el núcleo de la sociedad.   También le atribuye a ese hecho el origen de la propiedad privada, bajo el argumento que una vez ese lejano pariente nuestro tuvo la certeza que ese niño o niña era su descendiente, entonces tuvo la posibilidad de dejarle sus bienes como herencia.  Esa hipótesis ha sido ampliada y  hoy se le ha sumado que la propiedad privada también pudo haberse originado  cuando el hombre comenzó a acumular bienes básicos más allá de sus necesidades, entre ellos cereales, animales domésticos y herramientas fabricadas por él mismo, los cuales comenzó a comerciar.





 

Engels también incorporaría a su libro otro de los grandes aportes de Morgan, quién teorizó  que la humanidad inició el camino hacia la civilización cuando se constituyó en familia.  Para ello, Morgan argumentó que durante nuestro largo período de crecimiento  —mayor que el de cualquier otro animal— y paralelo al desarrollo físico, también ocurre un proceso de transferencia de elementos culturales, tales como formación y valores, además de conocimientos transmitidos mediante la educación práctica y académica.  Ese aprendizaje, adquirido en el hogar, haría de ese hombre un ser más humano.  Los antropólogos estiman  que ello ocurrió hace  unos 8.000 años, cifra insignificante comparada con los millones que tiene nuestra especie sobre la tierra.

 

Supongamos que lo anterior es verdad y que evolucionamos como lo planteó Morgan. Entonces, en un ejercicio de imaginación, podríamos especular que  la mitad de la población venezolana está en una etapa evolutiva anterior a la civilización, la que él llamó la barbarie.  Y es que la realidad social de nuestro país es aterradora.   Basta remitirnos a las cifras oficiales:  el censo de 1981 arrojó que el 21%, o 590.220 de los hogares venezolanos estaban a cargo de una mujer sola.   Para 1990 el porcentaje saltó al 24,32% o 912.429.  En el 2001 ya había alcanzado el 30% o 1.544.378  Y  de acuerdo al  censo de 2011, el porcentaje oficial se ubicó en 39,3% o 2.787.683.  Esta última cifra es cuestionada por  los analistas de estadísticas sociales.  Ellos piensan que debido a la inseguridad, una mujer sola no le dice la verdad a quien la interroga sobre su estado marital y es propensa a responder que el jefe de la familia no está en casa, aún cuando esto sea mentira.   Por ello es que sostienen que el verdadero porcentaje es algo más del 50%.

 

Aparte de la imbecilidad y simpleza con que el Régimen trata de eliminar en Venezuela la disparidad de género, se necesitan proyectos que vayan más allá de llamarnos ciudadanos y ciudadanas.  En Estados Unidos existe un programa bautizado Planned Parenthood –planificación familiar— que orienta a las parejas, asiste a las mujeres para que eviten embarazos no deseados, les suministra píldoras y condones, y en algunos estados les practican abortos legales.  En Costa Rica la paternidad le genera una responsabilidad al hombre.  La misma la establecen mediante un procedimiento expedito. Le hacen una  prueba  de ADN al presunto responsable y de resultar positivo, lo incorporan a la base de datos del sistema de Seguridad Social, y en cualquier sitio donde trabaje le descuentan por nómina la manutención de la criatura.

 

En el mundo la mujer es el ser más discriminado y en Venezuela lo es en especial.  Desde que nace la educan para insertarse en una cultura profundamente machista.   La desigualdad se manifiesta en todos los ámbitos de la sociedad.  Por decir algo, puede ir desde lo más simple hasta la disparidad de sueldos por realizar el mismo trabajo, pasando por la fea costumbre de algunos  manganzones, quienes  parados en una esquina, piensan que le pueden decir cualquier barbaridad a una mujer que les pase por el lado.  En la clase media la discriminación no es tan notoria, por la observancia de ciertos patrones culturales, pero es brutal en las clases populares.

 

Bajo este régimen ostentamos numerosos records negativos, a los cuales le podemos sumar el de ocupar en Latinoamérica el primer lugar en embarazos de adolescentes.  Según cifras oficiales del Ministerio de Educación, para el año escolar 2012—2013, el 21,39% de las niñas de 12 años estaban embarazadas.   Alguien especuló sobre el futuro que le espera a esa criatura en su camino a la vejez y lo resumió como sigue: Seducida por otro adolescente, es posible que haga vida marital con él durante varios años hasta ser abandonada alrededor de los 20.   Luego buscará la protección de un hombre unos diez años mayor que ella.  Si éste llega a abandonarla, alrededor de los 30 y con varios hijos a cuestas,  ya no le queda otra que amancebarse con un hombre de alrededor de 50 años.  En general hombres que han abandonado a otra mujer.

 

Claro que Venezuela va a cambiar, pero cambiará cuando entre otros problemas, se corrija esta terrible situación. Para iniciar el cambio, se podría comenzar invirtiendo el dineral que se malgasta en propaganda  adoctrinante o que promueve la inexistente obra del régimen, así como lo que se derrocha enalteciendo la figura del difunto, padre de este desastre, en programas televisivos y radiofónicos que le enseñen a los ciudadanos formación y valores.