Carlos Flores: La siembra maldita de Chávez

Carlos Flores: La siembra maldita de Chávez

thumbnailcarlosflores¡Alboroto, alboroto, alboroto!, el nuevo-viejo circo del comandante eterno que se fue y dejó una maravilla de país como legado a la humanidad. Un país de Canaimitas y viviendas gratis, donde todos los venezolanos son felices, patriotas, bolivarianos y revolucionarios. Un país libre del yugo de los imperios. Un país sin excluidos. Un país de Misiones y Grandes Misiones. Un país potencia. Pero, en realidad, un país de pura paja… un país que no existe; un país no solo improbable sino imposible de lograr bajo un ideal fallido, que reunía todos los componentes necesarios para que la nación -que lo tenía todo- se hundiera en medio de la hecatombe de proporciones bíblicas que hoy se ha convertido en nuestra tétrica y asfixiante realidad.

Discursos. Palabras. Caras arrugadas. Agónicas caravanas –atrás, en el bochornoso pasado, quedaron las grandes concentraciones rojas-, hoy una camioneta y algunos que chupan del pezón gobiernero, recorren las tristes y peligrosas calles que ayudaron a destruir.

Y todo ocurre en un fin de semana duro y de terror; dos días que echan por tierra cualquier posibilidad de celebración. Porque lo acontecido -¿desaparecidos, muertos?- en Tumeremo es indicador real, tangible y horriblemente certero, de la gran farsa que fue, es y será, todo lo relacionado con Chávez y su revolución bolivariana.





Lo que ocurre con la minería es algo que raya en vergüenza nacional. Y aquí no hay excusa… aquí el régimen no puede ni tiene a quién culpar (excepto a sí mismo). Porque ellos son los padres no solo de esta masacre sino de la creación de un ecosistema de violencia, crimen y codicia que aísla importantes zonas del estado Bolívar, fuera del contexto de país, de la Venezuela vista como “unidad” o república.

Para entenderlo, hay que vivirlo. Yo lo hice. Hace una década estuve en las minas Las Cristinas, enviado por la revista Exceso. Desde allá, en medio de la locura por el oro, se pierde toda la percepción de “ser venezolano”. Y es que la enorme cantidad de colombianos, brasileños y guyaneses, y la enfermiza búsqueda del mineral dorado, solamente contribuyen a la generación de peligros y problemas.

Escuché las voces de mineros desesperados, que sabían el poco valor de sus vidas, pero que esperaban ayudar a sus familias con lo que sacaban de la tierra. Hablé con prostitutas menores de edad, preadolescentes; joven carroña para los buitres de siempre. Es una zona de fantasmas y mitos: en muchas casas le prendían velas a la imagen de Chávez… y eso fue hace diez años. Estaba vivito y fastidiando más que nunca. Pero para la gente de aquellos poblados, Chávez era una especie de ser sobrenatural que había llegado a la gran –y taaaan lejana- ciudad de Caracas, para desde ahí hacernos felices.

Un vistazo dentro de Las Cristinas (uno de los yacimientos de oro más grandes del planeta Tierra) y comprenderás que la única ley proviene del dictamen de mafias. Ni la compañía canadiense que en ese momento “operaba”, ni la Guardia Nacional (que solo servía de vigilante en el portón)… aquello era y -por lo que veo- sigue siendo gobernado por el poder del oro… ¿Cuántos pobres diablos estarán enterrados en alguno de esos terraplenes, abundantes en sol y egoísmo? Más de los que deberían, sin duda alguna.

El oro explotado iba a parar a todas las manos que usted pueda imaginar… pero no le quedaba ni un centavo al Estado. Y, diez años más tarde, el panorama está mucho peor. No creo que en Tumeremo tengan ánimo de celebración. Mucho menos aplaudir por el “legado” de Chávez.

Mientras más lejos esté de Caracas, mucho menos importa el rollo politiquero. No importan las pataletas de Héctor Rodríguez, luchando por robar cámara en la AN… pero tampoco importa que Ramos Allup se la lance por la goma a Diosdado… en esas otras Venezuela, solo importa el cómo coño se sobrevive un día más… quién cena hoy… quién almuerza mañana… cuándo podrán enviar al chamo otra vez a la escuela… dónde conseguir la pastilla de la tensión para la abuela. Y cuando me refiero a “esa gente”, me refiero a la mayoría de los venezolanos… y a esa mayoría le resbala que Capriles nuevamente aparezca con una gigantesca y obscena caña de pescar, listo a ver qué sale de este río revuelto, mientras habla de revocatorios y más elecciones que él y solo él aspira protagonizar… a esta gente tampoco le va bien la idea de ver a Henri Falcón en el mismo plan, con los colmillos afilados y gastando el dinero que podría donar a gente que lo necesite, en vez de gastarlo en cuñas de radio y tv para que, justamente, esa gente de otras partes sepa lo buen gobernador que es… a esa gente, que es la gente que votó el 6D aspirando el fin de la pesadilla, le da rabia seguir escuchando que la MUD está “analizando el mecanismo para salir de Maduro”… y que hablen de la enmienda o de lo otro… como si hubiera tiempo, como si esa gente no se estuviera comiendo un cable, como si la mayoría de los venezolanos no fuese tan pobre y estuviese tan jodida y enferma, como ciertamente está.

No, aquí no se puede perder más tiempo. Porque lo que YO esperaba es que ustedes, MUD, en medio de su campaña antes del 6D, donde ya sabían que iban a ganar, dedicarían algo de tiempo para, entre otras cosas, ver cómo demonios salían de Maduro y el resto de sus compinches… y no que esperarían a montar la Asamblea Nacional, para luego, como si el tiempo no valiera vidas humanas, analizar los posibles escenarios. ¿O acaso, digo, en serio, todos y cada uno de los políticos de este país, de bando y bando perdieron el sentido común y cualquier vínculo con la realidad? ¡Porque la realidad no es insultarse en la AN!, la realidad es la calle, el hambre y la sangre. Y si ahora es que están analizando qué mecanismo pueden tratar de usar para sacar a Maduro (y no llegaron con eso listo, bajo el brazo) es porque sencillamente NO les importa ni la calle, ni el hambre ni la sangre. Y eso es tan triste como grave.

Entonces el juego está trancado. La MUD asumió la AN pero nunca hizo la tarea, no se preparó para el reto que le tocaría. Llegaron a la exposición sin las láminas listas. Y los revolucionarios están tan perdidos en el limbo rojo, que este fin de semana celebraron –hasta con invitados internacionales- la “siembra de Chávez”.

Y Chávez sembró una sola cosa: ignorancia. Porque solo con ignorancia se puede llegar a pensar que un país podrá desarrollarse a punta del Estado-regalón; con ciudadanos flojos, cuya única motivación no es el trabajo sino esperar la miseria que le llega de la revolución. Solo un ignorante repite lo que le piden repetir (imperio, escuálidos, oligarquía, etc), sin cuestionar, sin pensar. Un ignorante es un eunuco mental.

Un país dominado por la ignorancia y con la figura del Estado paternalista que dispara misiones gratis y pseudo-proyectos sociales, a quien lo necesite y a quien no, también, jamás podrá avanzar ni crecer… porque aquello que se regala no se aprecia. Y como no se aprecia, tampoco se respeta. Y un país donde los ciudadanos no son los productores, los fabricantes de su futuro, se merecerá siempre a presidentes como Nicolás Maduro Moros… el otro gran fruto del árbol de derrotas que sembró y nos dejó el titán de titanes… Hugo Chávez.

Por Carlos Flores / @CarlosFloresx