Luis Ochoa Terán: Maduro y las Fanb se ven reflejados en el espejo de Argentina y Brasil

Luis Ochoa Terán: Maduro y las Fanb se ven reflejados en el espejo de Argentina y Brasil

ThumbnailLuisOchoaTeranLa imputación de Cristina Kirchner por parte de la fiscalía de Argentina, es un indicio de que soplan vientos de cambio no solo en Argentina sino también en América Latina. Noticia como estas, le dan escalofrío no solo al Alto Mando Militar venezolano sino al propio Maduro y su camarilla, indicándole que tiempos similares pronto los arrullaran, no porque la oposición los va a perseguir sino porque el daño que han causado a los  distintos sectores de la vida nacional que ha sido tal, que serán ellos mismos los que se encargarán de exigir justicia y solicitar ser resarcido por los daños ocasionados. Sin embargo, es la misma corrupción la que saldrá detrás de ellos a buscarlos y no habrá quien lo pare, por ello se dice, que su supervivencia está  íntimamente ligada a su permanencia en el poder,  aún, a costa de mayores sacrificios para el pueblo y  la propia Venezuela.

En Argentina la justicia hace estragos en ese  Kichnerismo prepotente que creía que jamás dejarían el poder y que el gobierno pasaría de manos en mano a cada uno de los miembros de su clan. El pueblo sabio argentino dio un vuelco político y con ellos, al gobierno autocrático, abusivo y extorsionador que usaba todos los resortes del poder para doblegar a sus adversarios políticos, poder absoluto éste, que les permitía obstaculizar las labores de los otros poderes autónomos del Estado, además, montada en la más obscena corrupción con la garantía de la más absoluta impunidad. Lo más grave es que esta lucha moralizadora contra la corrupción que se ha iniciado en el continente ha destapado un entramado internacional  en el que veremos repetirse nombres de políticos y de empresas vinculadas a negociados en Argentina, Brasil, Venezuela y algunos otros países bolivarianos que pronto aparecerán en escena.

En Brasil, el populismo de Lula terminó dando al traste con el gobierno de Dilma consciente ésta de la crisis económica en la que se insertaba progresivamente, además, del necesario requerimiento de reformas económicas que permitieran canalizar el desarrollo con bienestar social, el cual pasaba necesariamente por corregir los errores populistas heredado de su padre político, que a su vez se oponía a esas reformas porque se convertirían en un gran obstáculo para su futura aspiración de regresar al Palacio de Planalto en 2018. El gran error de Dilma Rousseff fue que en su campaña electoral, a pesar de estar consciente de la desaceleración económica, negó la necesidad de dichas reformas que requería el país que comenzaba a entrar en una vorágine recesión económica, para posteriormente al triunfo de su reelección proponer la misma receta que en campaña su contendor Aécio Néves planteaba, con lo cual, el pueblo brasileño se sintió engañado y estafado. Para rematar este panorama político, económico y  social, se agravó con las investigaciones de la fiscalía sobre  la red mafiosa de la corrupción de Petrobras  que terminó involucrando a gran parte del espectro político, empresarial  y gubernamental de Brasil,  poniendo en Jaque Mate a la Presidenta Rousseff y al propio gobierno. Sin lugar a dudas, el decidido camino institucional del combate de la corrupción que ha emergido  en ese país, permitirá el renacimiento de un Brasil nuevo y fortalecido económico, social y políticamente.





Lo que resulta insólito para los venezolanos es que la crisis política y de corrupción por la que atraviesan Argentina y Brasil, palidece frente frenta a la cual nos ha conducido Chávez y Maduro.  Las cifra de corrupción que escandalizan a Brasil y Argentina solo equivalen casi a propinas, en comparación con la rapacidad y el desfalco de los revolucionarios bolivarianos a la nación venezolana.

Los 2.000 millones de dólares de la corrupción de Petrobras que los izquierdistas bolivariano brasileño democratizaron políticamente y  que ha causado tan grave crisis en ese país, que incluso  le puede costar la presidencia  a Dilma Rousseff,  representa en Venezuela un caso casi insignificante de un par de personajillos sin relevancia política que aparecieron en un supuesto lavado de dinero de PDVSA en Andorra. Según el Ministro de Planificación Económica de los últimos diez años del gobierno de Chávez, Jorge Gordani,  declaró que solo en la institución cambiaria venezolana (CADIVI) los bolivarianos se habían robado más de 25.000 millones de dólares con empresas fantasmas. El ex-ministro de Educación, Héctor Navarro, hombre de confianza de Chávez, en días pasados  afirmó ante una Comisión de la Contraloría de la Asamblea Nacional que el supuesto robo o corrupción de la unión cívica-militar bolivariana a la nación en estos últimos 17 años ascendía a más de 300.000 millones de dólares, cifra impensable e inimaginable para cualquier mortal de este planeta.

Lo insólito de la gran lección moralizadora del Brasil es que el gobierno y la Presidenta Rousseff se tambalea por un acto de corrupción (Red-Petrobras) que solo representa el 0,66% de lo que la revolución bolivariana supuestamente ha  robado al pueblo y a la nación venezolana y en este país ni si quiera se  ha abierto una investigación, lo peor,  no pasa nada. Esta realidad es la que dificulta el cambio al que aspira  y voto el pueblo venezolano. Sin embargo, muy pronto en Venezuela, al igual que el resto de América Latina, estará sacudida por esos mismos vientos de cambio y moralización que recorren el Continente, a pesar de los pesares y de la expresión del Presidente de la Asamblea Nacional, Henry Ramos Allup, “Maduro esta sostenido,  por el Alto Mando Militar y el Tribunal Supremo de Justicia”.