Análisis: ¿Qué sostiene a Maduro y por qué no cae?, vía El Tiempo

Análisis: ¿Qué sostiene a Maduro y por qué no cae?, vía El Tiempo

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Yolita Rodríguez, de 58 años, recibió el miércoles el disparo de un cartucho de gas lacrimógeno en el sector de Altamira, en una de las multitudinarias protestas contra el Gobierno que desde hace semanas sacuden a Venezuela y han dejado casi una treintena de muertos. La impactó en la cabeza.

Eduard Soto / El Tiempo





En otro sector de Caracas, en Colinas de Bello Monte, un hombre mayor, con su nieto de 7 años, hurgaba en las basuras en busca de comida. Un 8 por ciento de la población reconoce que ha recogido de los desperdicios para comer, según un estudio de la consultora Ecoanalítica y la Universidad Católica Andrés Bello.

Estas dos historias suceden en un país que atraviesa una profunda crisis de desabastecimiento de alimentos y medicinas; que tiene la tasa de inflación más alta del mundo (720 por ciento a fines de este año y 2.068 a fines del 2018, según el FMI), y cuyo presidente tiene una aprobación que antes de la ola de manifestaciones no superaba el 20 por ciento, según Luis Vicente León, de la encuestadora Datanálisis.

Por eso resulta desconcertante intentar descifrar el sólido engranaje que sostiene en el poder a un mandatario que en cualquier lugar del mundo, ante un panorama de colapso similar, muy probablemente ya habría sido destituido o forzado a renunciar. Pero no en la Venezuela de Nicolás Maduro. O al menos no todavía. ¿Por qué?

“Maduro cuenta con las armas, con los recursos del Estado y con los servicios de inteligencia. Eso lo hace muy poderoso, a pesar del alto costo de la deslegitimación por su gestión, como por el ritmo con el que ha apretado el acelerador del autoritarismo y el desconocimiento de la autonomía de los poderes públicos”, diagnostica para EL TIEMPO Rocío San Miguel, de la ONG Control Ciudadano.

Los pilares que sostienen a Maduro en el poder pasan por el hecho de que tiene bajo su control el Tribunal Supremo de Justicia y el Consejo Electoral. Tan solo se le escapa la opositora Asamblea Nacional, que con la ayuda de los otros dos poderes ha sido neutralizada. A esto se le suma un minoritario pero significativo apoyo popular, e incluso las divergencias que hay en la oposición que han facilitado su accionar.

Pero, más allá de esto, hay un elemento capital que simplifica las razones por las cuales Maduro no cae: el apoyo irrestricto de la Fuerza Armada Nacional (FAN).

Desde que el teniente coronel Hugo Chávez llegó al poder en 1999 y empezó a perfilar la ‘revolución bolivariana’, una de las bases de su propuesta fue la de la alianza cívico-militar, un concepto ventilado históricamente en Latinoamérica tanto por dictaduras populistas como por partidos de extrema izquierda.

Pero Chávez llegó mucho más allá, hasta el punto de que el estamento militar permeó las bases de la sociedad y del Estado, y Maduro amplió esas competencias. Los oficiales, incluso en ejercicio, coparon los ministerios (11 de 32), las actividades productivas, la renta petrolera y la distribución de alimentos.

La sicóloga política Colette Capriles lo explica usando un concepto acuñado por el filósofo francés Michel Foucault: los militares se convirtieron en un ‘cuerpo biopolítico’. Según ella, se integraron de manera orgánica en la conducción del aparato paraestatal de asistencia y control social.

Por eso, ante el denunciado rompimiento del hilo constitucional, la oposición posó su esperanza en algún guiño del ministro de Defensa, Vladimir Padrino López, como cuando en las parlamentarias del 2015 hizo respetar la voluntad popular a pesar de la derrota del chavismo. Pero esta vez, al parecer, no ha sido así, aunque no se sabe si tuvo que ver con la reversa del ‘Madurazo’. Igual reiteró que la FAN es “chavista” y expresó su cerrado apoyo a Maduro.

“Los mandos militares están completamente ‘partidizados’. No podemos perder de vista que en Venezuela han ascendido unos 1.100 almirantes y generales en los últimos seis años. El control absoluto del Gobierno sobre la FAN solo podría llegar a encontrar resistencia en los mandos medios. Pero hay enormes mecanismos de vigilancia y de inteligencia para registrar sus actuaciones. No cabe esperar de ellos un golpe de Estado clásico”, cree San Miguel.

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