A la gente se le puede pedir que sean leales pero no mártires, por Gladys Socorro

A la gente se le puede pedir que sean leales pero no mártires, por Gladys Socorro

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Llora. Sufre. Se retuerce del dolor. La grave enfermedad que padece la está consumiendo. En la familia reina la tristeza, la incertidumbre, la desesperanza. Soñar con un futuro es impensable porque todo indica que le queda poco tiempo. Todos están destrozados, entregados, descorazonados. Sólo tienen dos opciones: tragarse las lágrimas, armarse de fuerza y seguir adelante en esta dura batalla contra la enfermedad o, por el contrario, bajar los brazos y dejarla morir.

La familia se niega a no hacer nada. Sabe que es cuesta arriba conseguir las medicinas, pero se organizan para buscarlas por todas las farmacias, cuentas en Instagram, Twitter, fundaciones y particulares, hasta encontrarlas. La familia sabe que el dolor no la deja dormir y se turnan para acompañarla en sus desvelos. La familia sabe que su recuperación es extremadamente difícil pero no se dan por vencidos, están dispuestos a dar la pelea todos los días con la firme esperanza de verla mejor, recuperada y aliviada. ¡Y es que nadie se queda de brazos cruzados viendo cómo se le muere de a poco una madre, un hijo, o algún otro familiar!





Lo mismo pasa con Venezuela. Llora, sufre, padece, se retuerce del dolor y nosotros con ella. Está mal, muy mal, pero las quejas y el llanto sólo nos sirven para drenar, no para solucionar. Anclarse en el reclamo a Dios por lo que nos tocó vivir en nada mejora al enfermo. Debemos pasar del reclamo a la acción, por encima de quienes prefieren el pesimismo. Estamos obligados a hacer algo porque con Venezuela caminan nuestros sueños, nuestras oportunidades, nuestro bienestar, nuestra supervivencia, nuestro presente y nuestro futuro.

Entonces, ¿qué vamos a hacer? ¿Nos quedamos de brazos cruzados esperando un milagro o salimos a hacerlo nosotros? ¿Esperamos que nuestro familiar se nos muera en los brazos por culpa de nuestra inacción o le echamos pierna a su proceso de recuperación? ¿Nos sentamos a ver pasar la urna sin haber intentado todas las posibilidades para salvarlo? La vía para salir de de Nicolás Maduro y su gobierno es electoral. Por más que la cuesta sea empinada, una votación masiva con una buena cobertura de las mesas electorales, es imposible de robar. Un gobierno con 80% de rechazo es imposible que repita, a menos que nosotros le regalemos la oportunidad. La abstención por sí sola, sin plan B como hasta ahora está planteada, es la muerte segura. Hacer o no hacer es la diferencia. Entre intentarlo o no está la posibilidad de ganar la batalla.

Esto en el Zulia lo tenemos muy claro. Contra todo el peso del estado, en octubre pasado ganamos la gobernación. Era el mismo CNE de ahora, con las mismas mañas y con el mismo control sobre los medios de comunicación, entre otras cosas. Y sí, ganamos. Fuimos en bloque unitario con todas las mesas cubiertas. Demostramos que sí se puede hacer el milagrito. Pero tristemente también desde el Zulia demostramos que la abstención juega en nuestra contra. Ante la decisión del gobernador electo de no juramentarse en el cargo, un mes después de esta victoria se convocaron a nuevas elecciones para diciembre. Pero la estrategia de un sector de la oposición fue llamar a la abstención con un resultado nefasto para los zulianos: nos gobierna uno de los chavistas más radicales en la región, Omar Prieto. El ciudadano de a pie es quien está pagando los platos rotos de esta mala decisión, no la cúpula partidista.

No repitamos el mismo error. No tropecemos de nuevo con la misma piedra. A estas alturas la dirigencia opositora debería tener muy claras las consecuencias de quedarse al margen de las elecciones. Si de verdad quieren que se acaben los apagones, votemos y cambiemos este desastre. Si de verdad están tan preocupados por los altos precios y las políticas económicas y monetarias que comenzarán a regir en junio, votemos y nos les demos tiempo de impulsarlas. Si están tan ahogados como el pueblo con los altos precios, unámonos y hagamos un bloque para sacar a Maduro del gobierno. Si les asombra que la gente no vaya a trabajar porque no hay transporte público ni efectivo para pagarlo, y no quieren que familias enteras sigan huyendo de esta crisis nacional, es hora de replantearse la estrategia. Como dice la historia: a la gente se le puede pedir que sean leales, pero no mártires.

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