Nicaragüenses regularizan en masa sus pasaportes con miras a huir del país

Nicaragüenses regularizan en masa sus pasaportes con miras a huir del país

Personas hacen fila para solicitar pasaporte este jueves, 14 de junio de 2018, a las afueras de las oficinas de migración en Managua (Nicaragua). EFE/Rodrigo Sura

 

Tras dos meses de protestas, unos 200 muertos, centenares de heridos y un futuro político incierto, los nicaragüenses acuden en masa a actualizar sus pasaportes y tramitar visados con miras a huir del país.

Antes de que estallara la crisis más sangrienta de los últimos 40 años, los trabajadores de la Dirección General de Migración y Extranjería de Managua tenían jornadas de trabajo relativamente tranquilas. Ahora, las filas recorren varias manzanas ante la creciente desesperación de la gente, que cada día tiene que acudir más pronto para poder ser atendida.





Joel Hernández, un joven de Managua de 23 años, quiere irse a Panamá “a más tardar la próxima semana”, donde vive su hermano desde hace unos años. Le han dicho que la tramitación del pasaporte suele tardar 8 días, pero que si paga “un poco más” lo puede conseguir antes.

“Tengo varios amigos que ya se han ido. Soy presa fácil, no paran de detener a gente de mi edad. Mis papás me apoyan cien por cien y me están presionando para que salga ya”, explica a Efe.

Martha Alemán lleva haciendo fila desde las 8 de la mañana. La empresa donde trabaja en Managua está a punto de cerrar y las ráfagas de tiros y morteros se sienten cada vez más cerca de su casa.

“Voy a mandar una temporada a mi hija de 14 años a Estados Unidos o España, que tenemos familia. Lo que me salga más barato. Esto es inaguantable”, reconoce.

Los abogados que prestan sus servicios fuera de las oficinas de Migración cuentan que la afluencia de nicaragüenses se incrementó especialmente hace dos semanas, a raíz de la conocida como “Madre de todas las marchas”, la manifestación encabezada por las madres de los estudiantes asesinados que recorrió Managua el 30 de mayo y que fue brutalmente reprimida.

“Los clientes se me han quintuplicado en los últimos días, pero generalmente es gente con plata (dinero). Los pobres nunca pueden huir”, lamenta Héctor Moncada, que desde hace diez años regenta un pequeño puesto de abogacía en plena acera.

Costa Rica, Panamá, España, México y Estados Unidos son los principales destinos de los nicaragüenses que solicitan los servicios de este abogado, para quien “los ticos (costarricenses) son los que mejor se están portando”.

El Gobierno costarricense anunció el pasado 8 de junio que acogerá y otorgará visas de cortesía a las familias de los diplomáticos acreditados en Nicaragua, y dijo estar “preparado” para una eventual oleada de migrantes nicaragüenses.

En Costa Rica, un país de 4,7 millones de habitantes y habituado a recibir migración de Nicaragua, viven cerca de 400.000 nicaragüenses, según los datos oficiales, pero la organizaciones no gubernamentales estiman que la cifra es más alta.

Nicaragua vive desde hace dos meses su crisis más sangrienta desde 1980, cuando el país también estaba gobernado por el presidente Daniel Ortega, un exguerrillero de 72 años que retornó al poder en 2007.

El conflicto estalló el pasado 18 de abril cuando el Gobierno reprimió con extrema dureza unas manifestaciones contra una reforma a la seguridad social, que finalmente fue derogada.

La Asociación Nicaragüense Pro-Derechos Humanos (ANPDH) dijo este viernes a Efe que las muertes ya suman 200, aunque el Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (Cenidh) dice que son al menos 162. Las organizaciones son las únicas que ofrecen datos sobre los fallecidos, ya que las autoridades aún no han dado cifras globales.

Los manifestantes piden la renuncia de Ortega y de su esposa y vicepresidenta, Rosario Murillo, a quienes responsabilizan de las muertes, producidas en las protestas callejeras y en los choques con la Policía y los grupos paramilitares afines al Gobierno.

El secretario ejecutivo de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), Paulo Abrão, indicó a Efe que muchos de los jóvenes que han participado en las protestas se han visto forzados a mudarse a otros barrios o incluso a otras ciudades tras ser víctimas de “constantes hostigamientos y amenazas de muerte”

Las agresiones, añadió el activista, “proceden en muchas ocasiones de funcionarios y de los grupos parapoliciales, que les señalan en las redes sociales, hacen pintadas en sus hogares y les observan y permanecen por horas enfrente de sus casas”.

Nicaragua vive este viernes una jornada crucial para el futuro político del país, ya que el Gobierno y la Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia, que aglutina a universitarios, empresarios, campesinos y miembros de la sociedad civil, han retomado el diálogo para buscar una salida a la crisis.

EFE