Alberto Ray: La salvación de la revolución ya solo depende de la megalomanía chavista

Alberto Ray: La salvación de la revolución ya solo depende de la megalomanía chavista

La reciente actividad internacional de Nicolás Maduro (NM) de cara al 10 de enero de 2019 comienza a revelar la macro estrategia de la revolución, definida en el año 2006 por Hugo Chávez de la mano de los hermanos Castro y hoy en pleno proceso de desarrollo.

La megalomanía revolucionaria venezolana forma parte de un proyecto antioccidental y totalitario de escala global, impulsado por países que alguna vez fueron imperios y que hoy, luego del fin de la guerra fría, han decidido avanzar sus piezas en el continente americano.

Rusia, Irán, China y Turquía (RICT), todos alguna vez territorios imperiales desaparecidos a principios del siglo XX, hoy convergen en Venezuela y otros países de la región, como parte de un bloque heterogéneo, pero con propósitos muy claros en contra de Los Estados Unidos y su amplia zona de influencia en América.





Este intento de nuevo orden mundial, en pleno proceso de gestación y aún lleno de contradicciones, está enmarcado en un modelo asimétrico del conflicto, donde se funde la delincuencia organizada, el terrorismo y grupos armados irregulares. Los límites entre lo civil y lo militar han desaparecido y el ciberespacio representa un campo de batallas permanentemente activo. Bajo este modelo líquido de distribución del poder las fronteras territoriales de las naciones ya no son tan importantes, como tampoco lo son las leyes locales o las estructuras globales de control, sean las Naciones Unidas o la OPEP.

Se trata de una alianza profunda de carácter geopolítico y no tanto de un pacto de rescate económico de los países. Así lo han dejado claro China y Rusia a NM, quien, en su intento por facilitar el territorio a los intereses del RICT ha pretendido obtener recursos para el rescate de su régimen. El valor de Venezuela radica en su inmejorable ubicación y sus abundantes recursos naturales, energéticos e hídricos, y es allí donde estas potencias han fijado sus intereses. Nada les importa, ni la calidad de vida de sus habitantes y mucho menos la tiranía que los gobierne.

No debe perderse de vista que el bloque RICT es una mezcla totalitaria y represiva de comunismo e islamismo sin referencias democráticas y con instituciones diseñadas para mantener el poder en muy pocas manos.

Mientras tanto, Los Estados Unidos, que está complemente en conocimiento del movimiento estratégico global de RICT, se ha mostrado duro en las palabras, pero blando en las acciones con relación a Venezuela. Si bien, la cantidad y calidad de las sanciones impuestas desde Washington han estado surtiendo efectos negativos para la estructura gobernante, la administración de Donald Trump (DT) aún no decide una línea de acción y un mapa de ruta para remover a NM y su régimen. Es cierto que existen múltiples opciones, aunque, por ahora sin decisiones que las acompañen.

Los halcones que asesoran a DT tienen meses observando el escenario. Saben que un movimiento militar sobre Venezuela puede escalar el conflicto a un nivel de caos, del cual EE. UU. tiene muchas e interminables experiencias en oriente medio y África. Hasta ahora, coinciden en la necesidad de colectar más datos y esperar que la dramática crisis venezolana obligue a NM a tomar decisiones que señalen el direccionamiento y la velocidad de sus planes.

El bloque RICT sabe, sin embargo, que el proyecto político venezolano está prácticamente perdido en manos de NM y por ello, ha decidido, sin abandonar sus esperanzas sobre el territorio bolivariano, avanzar posiciones en países como Nicaragua y Bolivia. Sobre este último se presenta un reto en el 2019 con las elecciones presidenciales. Aquí, las lecciones impartidas desde el CNE durante dos décadas serán invalorables para sostener a Evo Morales en el esquema.

Así las cosas, la política opositora venezolana parece no entender, con la excepción de María Corina Machado, que NM y su régimen son rehenes de esta especie de pacto global que, a manera de cuchillo de doble filo, lo puede salvar y lo puede terminar de hundir, al mismo ritmo y al mismo tiempo.

La huida hacia adelante, tan practicada por la revolución, no deja espacio para las salidas tibias y negociadas de sectores dialogantes de lado y lado del conflicto doméstico, que ignoran o subestiman escenarios globales con presencia local. Mientras tanto, los venezolanos hemos terminado siendo las víctimas más numerosas de los delirios del chavismo, que, viendo nuestro territorio subastado a guerras subsidiarias de última generación, corremos por las fronteras en pánico colectivo que alcanza a millones.

Pareciera que el tiempo se agota para todas las partes, pero paradójicamente, el sentido de urgencia de aquellos dentro y fuera con poder de desalojo, no luce que se cohesione alrededor de una estrategia.

@seguritips