La otra cara: “La nueva tarea de Guaidó” Por José Luis Farias

La otra cara: “La nueva tarea de Guaidó” Por José Luis Farias

José Luis Farías @FariasJoseLuis

Los cuatro años de historia de la actual Asamblea Nacional han estado signados por ataques despiadados contra ella desde el mismo momento de su nacimiento.

La victoria de las fuerzas democráticas en las elecciones parlamentarias del 6 de diciembre de 2015 devino en el inmediato desconocimiento de los resultados electorales por el régimen.

La verdad sea dicha: la tiranía nunca pensó que podían perder esas elecciones, ni mucho menos por una paliza tal que diera a la oposición los dos tercios de la Asamblea Nacional y por tanto cambió su estrategia.





El nuevo cuadro político obligó a Maduro y su pandilla a quitarse la máscara democrática, radicalizar su posición e imponer su poder en términos tiránicos. Se convirtió en una verdadera dictadura.

Las primeras artimañas condujeron a la designación de magistrados express, el desconocimiento del triunfo de los diputados de Amazonas y finalmente la declaración del desacato para impedir el ejercicio de una mayoría calificada que permitiera el anhelado cambio político por el cual votó la mayoría de los venezolanos.

En adelante, toda la fuerza del régimen se ha concentrado en destruir al único poder legítimo de lo que queda de república. Siendo las circunstancias que rodean la elección del presidente de la Asamblea Nacional el episodio donde se reúne la mayor saña posible, se degrada el debate y se afecta la credibilidad popular en el órgano parlamentario.

Los recientes escándalos sobre presuntos hechos de corrupción que involucran a diputados opositores, le han añadido particular tensión a la elección del presidente de la Asamblea Nacional del próximo 5 de enero de 2020.

Igual presión le ha sumado la fracasada “operación maletín”, adelantada por los mandaderos del régimen, dirigida a comprar votos por millones de dólares, según denunció el diputado Luís Stefanelli; la presión ordenada desde el TSJ para intimidar a los parlamentarios investigados; y el intento de secuestro de diputados, como el reciente caso de la diputada Yaneth Fermín, a quien una comisión del DGCIM intentó detener en su casa.

Las acciones han generado una ola de rumores y denuncias que van y vienen con suma estridencia, multiplicadas en las redes sociales por los boots del régimen, secundadas por el radicalismo delirante y el apaciguamiento complaciente, en habitual connivencia con los usurpadores.

Intentan crear incertidumbre para acabar y/o manchar lo que desde hace meses es un hecho indiscutible: la reelección de Juan Gerardo Guaidó Márquez a la presidencia del cuerpo legislativo y por ende a la presidencia encargada de la república con base a los artículos 233, 333 y 350 de la Constitución Nacional.

Vale recordar que el ruido se inició desde el mismo momento en que el ex-embajador del gobierno encargado en Colombia, ingeniero Humberto Calderón Berti, diera su rueda de prensa arrojando sombras sobre los sucesos del 23 de febrero en torno a la ayuda humanitaria.

Y se extendió cuando ello se sumó la investigación del portal ArmandoInfo en torno a 12 diputados opositores de la Asamblea Nacional, derivando en manipulación vertida en la sórdida campaña que no ha cesado tratando de culpabilizar a Guaidó de lo sucedido para torcer la decisión y evitar a como de lugar su reelección.

En el afán destructivo del liderazgo de Juan Guaidó anda el régimen usurpador comprando voluntades valiéndose de todo tipo de truculencias y presiones, pero la fauna que lo acompaña es variopinta y tiene unidad de propósito: acabar el liderazgo de Guaidó, a cualquier costo.

En tan perversa labor destacan periodistas trocados en gacetilleros y militantes políticos al servicio del radicalismo, afanados columnistas persistiendo en volver lo blanco en negro, juristas disparando argucias legales para soportar hasta lo indecible, dirigentes políticos de dudosa reputación y obsecados del “antiguaidocismo” desde su exilio dorado o desde su cómoda cohabitación.

Sin embargo, nada han podido cambiar. La sucia campaña contra Guaidó ha servido solo para favorecer al régimen. Porque Juan Gerardo Guaidó Márquez sigue siendo el principal líder del país y por tanto columna fundamental en la lucha que se libra por la libertad y la democracia, tal y como lo registran todas las encuestas del país. No reconocerlo es ser cómplice del régimen.

Guaidó será de nuevo presidente y seguramente tendrá muchas labores que cumplir, pero ante la lamentable imposibilidad de ejecutar la ruta del mantra planteada para el 2019, tiene una tarea fundamental: conducir la Asamblea Nacional a la aprobación de un nuevo CNE confiable que garantice la realización de unas elecciones presidenciales limpias.