La estulticia y los estultos, capricho imaginario y divagante, por @ArmandoMartini

La estulticia y los estultos, capricho imaginario y divagante, por @ArmandoMartini

Armando Martini Pietri @ArmandoMartini

Una parodia desde el ficticio desvarío de este encierro voluntario que obliga escuchar heterogéneas declaraciones sobre enfoques disparejos en múltiples latitudes. Sus confesiones son algo del insólito universo en su dimensión desconocida, testimonio del fracaso sin bálsamos, que produce angustia, frustración, rayan en lo ridículo de la estulticia escandalosa, a tenor de lo que expresan y la verdadera consternación, amargura de la ciudadanía; lo que realmente sucede en la calle. Muy poco o nada de lo que han dicho y persisten en decir, se corresponde con la realidad. Están desfasados, disolutos en el tiempo, extraviados en el espacio, ciegos en la penumbra de la tenebrosidad, prisioneros de la egolatría alborotada e irreflexiva, que aderezan con prepotencia de superioridad excedida. Son presencia fantasmagórica, voces cada vez más lejanas y en disolución. 

¿Hasta cuándo escucharemos ilusorias pendejadas? ¿Por qué no se retiran en penitencia espiritual y contrición de sus pecados? ¿Cesanteemos a bribones, charlatanes, embusteros incapaces de cumplir, honrar la palabra empeñada, manteniendo, en su infame fechoría, solazada a la ciudadanía mientras mercadean y se enriquecen? 

Embaucadores oportunistas dicen sin pretexto, en encuentros de ajiley, truco, domino, peña de amigos sin dolencia por la pobreza que, “en muchos aspectos, la crisis ya es historia del pasado”, ignorando el coronavirus, la dificultad generalizada, el desespero social y otras plagas, que persisten con ensaño en matarnos. Sin desgreñarse y con el caradurísmo propio del inmutable jugador de póker expresan “la salvación se percibe en bodegones dolarizados, colas para adquirir combustible, negocios y esmeros sobrealimentados, desahogos en mancebías, barras atestas de pánfilos en cafeterías, bares, botiquines, afines y similares; cuando la realidad es, nóminas miserables, hogares atiborrados de infortunio, desgracia e indigencia.” Pero insolentes con sonrisa guasona certifican, “las fiestas serán felices”. 

La imprecisión es reflejo de lo que se transmite. En un país ambiguo, de consultas obscuras, ridiculizadas, desdibujado, sin respeto ciudadano con soberanía compartida e instituciones supuestas, paralelas. Atiborrado de sabandijas y perjuros. Legítimos e ilegítimos. Donde la frustración anida en la devoción absurda, impudor y sórdido fanatismo, más aún, si se aprecia como Alicia en el país de las maravillas, donde nada es lo que parece, reina la mentira y el espejismo se calibra erróneo. El majadero y necio esparcimiento del vocabulario en tertulias amigueras, “somos potencia, convertidos en referencia económica de magnificencia mundial, que hemos superado el trance sin ser intervenido, aunque sancionados por el perverso imperio.” 

Vociferan engreídos, excitados de emoción, la revolución socialista del Siglo XXI, es modelo para el universo; exitoso, triunfante, que se debe profundizar en el Foro de Sao Paulo, Grupo de Puebla. Su mentor la ignominia castrista, cuyo mejor ejemplo es, “la isla de la felicidad”. Su padre el genocida comunismo y su gemelo el socialismo; sus primas izquierdas trasnochadas, familiares enratonados, amigos utilitarios, cómplices convenientes, simpatizantes de ocasión y alimañas populistas enmarañadas; gritan estimulados, somos la única alternativa para escapar de la crisis porque hemos sido capaces de plantear y poner en marcha las reformas, que otros ni de vaina se atreven.

Estultos de la caradura, alertan horrorizados que el peligro de muchos es la obesidad, descartando que la desnutrición acecha con sigilo y la muerte aguarda paciente en sueños interrumpidos por intensas contorsiones abdominales, sin alimento en el vientre. Mientras tanto ¿qué hacen quienes tienen responsabilidad? Se empalagan de ego auto-masajeado. ¿Qué pasa a la mayoría sin futuro? ¿Qué ocurrirá con quienes sobreviven en pobreza extrema? ¿Cómo esperan que se pase la vida en privación, enfermos, sin asearse o alimentarse, y un sinfín de miserables etcéteras? ¿Qué hay de las familias sin expectativa, cómo costearán atenciones médicas posterior a la desgracia, malestar y calamidad? 

Por muy dura la afrenta y el ultraje, resignarse queda prohibido, denunciar a gritos la casta estulta y el ciclo de ruina que, haciendo omisión premeditada del mal crónico, se dedican repetidamente a suspirar frases que bordean en tonterías supinas, subestimando a los demás como idiotas monigotes y así intentan convencer a los ciudadanos que, hablando claro y raspado, no pueden prolongar ni subsistir la agonía.

Gestión, tensiones acumuladas, ignoradas pese a las advertencias, combustionan sin responsables. Exceptuando a la inmensa mayoría ciudadana, queda muy poco en pie. Es el resultado de la putrefacción infecta y corrupta, del insensato despilfarro y el atraso demencial. Pero hay esperanza, ilusión, anhelo, aún permanecen y perseveran ciudadanos con voluntad inquebrantable, sinceridad sin ambigüedades, la verdad como bandera, coraje ilimitado, auténticos merecedores de la confianza ciudadana, lideres estadistas, que no se doblegan ni negocian principios, con posibilidades reales de revertir la degradación y el deshonor.

@ArmandoMartini

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