La búsqueda del tesoro de un excéntrico millonario se cobró la vida de al menos cinco personas en EEUU

Imagen cortesía.

 

Hace una década, el excéntrico millonario estadounidense Forrest Fenn, coleccionista de arte y antigüedades, enterró un cofre de bronce con sus piezas más preciadas —cuyo valor superaba el millón de dólares— en un lugar de las Montañas Rocosas (Nuevo México). Aunque hace pocos meses el tesoro fue hallado, su historia todavía sigue siendo intrigante y objeto de especulación.

Por RT





Antes de convertirse en coleccionista, Fenn fue piloto militar. A lo largo de su carrera consiguió acumular una gran colección de antigüedades y luego empezó a hacer su fortuna comprando y vendiendo obras de arte. Finalmente, acabó abriendo una exitosa galería en Santa Fe.

El coleccionista originalmente diseñó la búsqueda del tesoro como una manera de dejar un legado después de que le diagnosticaran cáncer en 1989, pero logró recuperarse. En 2010, decidió esconder el cofre, y las pistas para encontrarlo fueron encriptadas en un poema publicado en su libro de memorias ‘The Thrill of The Chase’.

El cofre estaba compuesto por cientos de piezas de oro y rubíes, esmeraldas, zafiros de Ceilán, un gran número de diamantes, antiguas tallas chinas de jade y pulseras de oro de la época precolombina. El valor de todos esos objetos se estimaba entre uno y dos millones de dólares.

 

En los años siguientes millones de personas se enteraron de la existencia del tesoro y se originó una verdadera fiebre del oro. La prensa local estima que 350.000 personas se aventuraron a la búsqueda del cofre, y que al menos cinco perdieron la vida en el intento. Muchos de ellos invirtieron mucho tiempo y parte de sus ahorros en la búsqueda.

Había creado “un monstruo”

La primera víctima fue Randy Bilyeu, cuyo cadáver apareció en las inmediaciones del río Grande, Nuevo México, en julio de 2016. Al enterrarse de su muerte, Fenn afirmó que había “creado un monstruo”, pero el hecho no logró que se interrumpiera el proceso. Un año después murieron tres personas más: el pastor Paris Wallace en Río Grande, Eric Ashby en Colorado y Jeff Murphy en el Parque Nacional de Yellowstone.

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