Maradona, el arte en los pies

El gran futbolista argentino Diego Armando Maradona patea el balón durante un partido de fútbol benéfico llamado “Derbi del corazón” en el estadio olímpico de Roma el 12 de mayo de 2008. REUTERS / Max Rossi / Foto de archivo

 

Cinco defensas superados a pura gambeta y en larga carrera, un portero que sale a cortar y la pierna que toca justo para impulsar el balón al fondo del arco inglés: un manjar imperdible, sublime, arrogante y vengativo para millones de argentinos.

La escena se remonta a 1986 y al choque entre albicelestes e ingleses, por los cuartos de final del Mundial de México de ese año, ya signado por un polémico primer gol argentino cuyo autor lo adjudicó a la “Mano de Dios”.





Genio y figura, verdadero fenómeno de las canchas, Diego Armando Maradona, quien falleció este miércoles a los 60 años de un paro cardíaco, estampaba, en ese momento y para siempre, su firma entre los jugadores más grandes de todos los tiempos y se adueñaba de la condición del mejor de la década de los ochenta.

El ‘Pibe de Oro’ o ‘Pelusa’ -sus sobrenombres más conocidos- debutó con apenas 15 años en Argentinos Juniors, cuando corría el año 1976.

Maradona nació en Villa Fiorito, un suburbio pobre de Buenos Aires, en 1960, en el seno de una familia humilde, aunque como él mismo lo dijo más tarde “nunca faltó un par de zapatos” o algún regalo.

Un pie izquierdo fenomenal -podía dominar por largo rato una simple tapa de botella de refresco sin dejarla caer- y una rapidez mental que lo adelantaba a la jugada, lo catapultaron rápidamente a la fama.

– D10s –

En 1979 ganó el Campeonato Mundial Sub-19 de Japón, en México-1986 se coronó en México y en Italia-1990 debió conformarse con ser subcampeón.

Profeta en su tierra, Maradona fue también un verdadero Dios en Italia, donde con la camiseta del Nápoles hizo -futbolísticamente hablando- el milagro de disminuir las distancias que existen entre la pobreza del sur y la riqueza del norte peninsular.

Al convertir en oro todo lo que tocaba con su pierna izquierda, el ‘Pelusa’ logró con ese equipo una Copa de la UEFA (1989), dos títulos de Liga (1987 -el primero que conseguía el Nápoles en toda su historia- y 1990), una Copa de Italia (1987) y una Supercopa de Italia (1990).

También vistió la camiseta del FC Barcelona de España y la de su gran amor, el argentino Boca Juniors, entre otros clubes.

Pero su verdadera y gran pasión fue la selección albiceleste, que lo vio debutar el 27 de febrero de 1977 y lo tuvo como hijo predilecto durante 17 años.

Su espectacular trayectoria dentro de las canchas resultó en cierta forma desdibujada por los problemas que más tarde el 10 enfrentó con las drogas.

– El astro en desgracia –

El 6 de abril de 1991 la Federación italiana lo suspendió por 15 meses por consumo de cocaína.

Un cóctel de efedrina lo obligó a salir con la cabeza gacha del Mundial de EEUU-1994. En el Cotton Bowl de Dallas, ciudad en la que en noviembre de 1963 fue asesinado el presidente estadounidense John F. Kennedy, la noticia explotó como una bomba en una calurosa tarde de julio.

Treinta y un años después del magnicidio, aquella ciudad seguía produciendo noticias negativas.

La vida de Maradona, sin embargo, continuó a pesar de una nueva pena impuesta por la FIFA y publicitada en una rocambolesca jornada en el lujoso hotel Four Seasons de Dallas.

Pero la estrella literalmente se había apagado, al menos dentro del campo y a pesar de reiterados regresos a equipos argentinos, entre los cuales, claro está, Boca Juniors.

Como el brasileño Pelé, más arriba o más abajo, según la vara con que se mida, el ‘Pibe de Oro’ escribió una de las páginas más brillantes del fútbol mundial para llegar al lugar de privilegio que sólo alcanzan los elegidos. AFP