Gran parte de esos ingresos petroleros se filtraron al exterior a través de la fuga de capitales, en el contexto de un control de cambios a partir de enero de 2003, que se prolongó hasta 2018 y del cual salieron millonarios un conjunto de sujetos aliados a quienes asignaban las divisas usando a Cadivi y Cencoex. Además, como es obvio, no ahorraron un céntimo de esa bonanza petrolera. Estamos frente a uno de los desfalcos más grande que país alguno haya sufrido desde que se publican cifras.
En estas condiciones, la pandemia de Covid19 ha puesto al descubierto un conjunto de falencias del sistema de salud y de protección social que si no hubiese sido por la ayuda de China con equipos de bioseguridad, la situación fuese más crítica de lo que es. Todos los países están usando sus divisas acumuladas para adquirir las vacunas autorizadas con el objeto de inocular a su población y así poder proteger a las personas de la letalidad del coronavirus. Para hacer compras tendría el BCV que vender parte del oro en sus bóvedas.
Lo procedente es un acuerdo nacional que permita utilizar fondos en el exterior para entrar en la fila para adquirir vacunas y que sea un ente internacional como la Organización Mundial de la Salud o la Organización Panamericana de la Salud, el encargado de distribuirlas baja una estricta supervisión según los protocolos internacionales. Eso es lo aconsejable para salvar vidas.