Julio César Arreaza B.: La raíz del problema

La raíz del problema es la usurpación. El daño irreversible causado por el régimen a los venezolanos se mide en vidas perdidas, patrimonio destruido, hambre, miseria -educación, salud e infraestructura en la ruina- y familias separadas. Convirtió el territorio en santuario de la impunidad, al proscribir el rol esencial de la Fuerza Armada en cuanto a la defensa e integridad del territorio. La corrompió y transformó en fuerza pretoriana para permanecer en el poder para siempre.

La solución apunta a la raíz, al contrario, la política de vuelo gallináceo de respuestas menores y superficiales ahonda la gravedad de la situación y producirá mayores frustraciones. La vuelta al poder alternativo es el remedio, consiste en restituir la alternabilidad democrática sepultada por el régimen forajido.

El mal tradicional conocido y sufrido ha sido superado e incrementado con el mal de nuestra falta de reflexión. La escalada totalitaria no tiene retroceso. No es un solo hecho del que tomamos distancia, la excepcionalidad es lo corriente. Nos alejan cada día de la libertad, a pesar del relumbrón de las burbujas de los bodegones.





Las compuertas del mal lanzan al vacío a los ciudadanos; no todo vale en el reino superfluo de la banalidad de lo material.

El compromiso es atender permanentemente la construcción de sólidos pilares republicanos para darle respuesta a tanta frustración subversiva. Nos negamos a claudicar la larga lucha que hemos dado, proclamando el carpe diem de vivir la vida intensamente hoy. Ser feliz, óigase bien, es suspender el disfrute efímero en pos de algo grande.

El primer compromiso es con nuestra condición humana que obliga a reflexionar.

La sociedad civil no es una sola voz sino muchas y variadas voces. No es función de los partidos sustituirlas sino representar cabalmente esa pluralidad de voces y de ninguna manera secuéstralas, monopolizarlas y suplirlas por las suyas.

Cada quien asuma su responsabilidad de cohabitar con el régimen, abdicar la lucha y olvidarse de lo político. Nadie tiene la llave para cerrar el país porque se cansó.

Vemos la mentira de un régimen que ha destinado horas interminables en cadenas televisivas, gastado tinta, papel, espacio, verbigracia: recordemos las mojigangas, las fulanas “clases teóricas” de socialismo impartidas por el galáctico. Pretende realizar, obligado por la quiebra del país que provocó, un triple salto mortal y ejecutar con opacidad e impunidad la cesión de las empresas que ellos arruinaron. Los usurpadores de la soberanía popular traerán más corrupción y empobrecimiento.

¡No más prisioneros políticos, torturados, asesinados, ni exiliados!