“Saab conoce los tratos militares entre Irán y Venezuela: Es objetivo de la Inteligencia de EEUU”

“Saab conoce los tratos militares entre Irán y Venezuela: Es objetivo de la Inteligencia de EEUU”

De no haber sido por Álex Saab el periodista Gerardo Reyes (Cúcuta, 1958) no se habría convertido en un experto en Álex Saab. En 2007 sus abogados le convencieron para que demandara a Reyes y Univision por la publicación de un perfil sobre el empresario colombiano en una corte de Miami. Este hecho hizo que el periodista se volcara en la investigación sobre el hombre que llegó a tener más poder que los ministros de Maduro. Fruto de sus indagaciones es el libro Álex Saab: la verdad sobre el empresario que se hizo multimillonario a la sombra de Nicolás Maduro (editorial Planeta), publicado en junio pasado.

Por Ana Alonso / elindependiente.com





Gerardo Reyes, que ganó un Pulitzer en 1999 con una investigación conjunta en The Miami Herald, se adentró en los orígenes del hombre que ahora está pendiente de juicio en Miami. Ese empresario colombiano ligado a Nicolás Maduro y su esposa Cilia Flores, que hacía de emisario ante el ayatolá Jamenei de Irán, o ante el Kremlin, partió de la ciudad colombiana de Barranquilla. Es allí donde se instaló en los años 50 su padre, un empresario libanés que llegó con apenas unos dólares en los bolsillos.

«Era un empresario ni fu ni fa. Nadie daba un peso por él. No era de la oligarquía de Barranquilla que es bastante especial», nos cuenta Gerardo Reyes, que se encuentra estos días de viaje por Europa.

El comerciante pasó de no llegar a fin de mes a contar con cientos de millones de dólares en sus cuentas repartidas por varios países. «Los más cercanos dicen que es un hombre de pocas palabras, poco sociable pero se abre con los más íntimos y puede ser muy simpático y de una inteligencia superior. Pero quienes le han visto actuando en estas negociaciones antes y después de la acusación lo presentan como un hombre muy terco, arrogante, que no admite que pueda estar equivocado», relata.

En su ascenso fue clave la senadora colombiana Piedad Córdoba, que actuaba como puente entre Venezuela y Colombia cuando estaba al frente del poder Álvaro Uribe en el país vecino. «Era una relación de doble vía. Saab quería recuperar 30 millones que había invertido en exportaciones ficticias y ella le abre paso en las alturas del chavismo. Le ayuda a recuperar el dinero, y posiblemente obtiene comisión por hacerlo», señala Reyes.

Muy próximo a Cilia Flores, la ‘primera combatiente’

Junto a su socio, Álvaro Pulido, se acerca a la élite chavista. «Maduro y Cilia Flores se dan cuenta de que es un tipo audaz que a cambio de hacer dinero rápido está dispuesto a burlarse de las sanciones de Estados Unidos a Venezuela. No lo hace por la revolución bolivariana», relata el periodista. Sin embargo, él se describe como un Che Guevara reencarnado, «que ha salvado al país del hambre y la escasez».

Dio el primer paso en su carrera hacia el enriquecimiento más turbio con el contrato de las viviendas populares, asignado a dedo. «A partir de ahí toma impulso y se empieza convertir en un ministro sin cartera, un embajador plenipotenciario especializado en resolver todas las crisis por las que pasa el país desde escasez de leche hasta falta de combustible», relata Reyes.

Solo de ese primer negocio habría obtenido unos 300 millones de dólares, y en el mercado negro ese dinero al menos se duplica. Y las viviendas ni se terminaron. Por sus chanchullos con la alimentación básica (los CLAP) habría logrado una cantidad similar. Su fortuna personal puede rondar los 1.500 millones de dólares. Hacía ostentación sin reparos: con propinas de 500 euros y regalos de coches deportivos a sus hijos.

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