Esclavitud y trata de personas, la cara oculta de las misiones médicas de Cuba

Esclavitud y trata de personas, la cara oculta de las misiones médicas de Cuba

Médicos cubanos en Venezuela. Foto: Cubadebate

 

 

* Nombre cambiado por seguridad





Lucía* se graduó de medicina en Cuba en el 2009. Dos años después de haber conseguido su título, se enroló en las misiones de internacionalización del Gobierno cubano, las conocidas brigadas de profesionales de la isla que son enviadas a países que contratan sus servicios.

Por Carlos José Reyes García | EL TIEMPO

Lucía vio esta opción como una salida para mejorar su calidad de vida, que según cuenta era muy precaria por ese entonces.

“Yo no tenía ni casa. Vivía en un local prestado. Esa (las brigadas) era la única forma que tenía para comprarles cosas a mis hijos. Tuve que dejar a un niño de un año y medio con su abuela para poder mejorar mi situación económica”, le cuenta Lucía a EL TIEMPO.

En el 2011, la brigada médica de Cuba la trasladó a Carabobo (Venezuela). Pero al llegar a ese país le confiscaron su pasaporte y le leyeron un reglamento disciplinario que, entre otras cosas, le prohibía mantener relaciones de amistad o amorosas con personas no cubanas para no “afectar el prestigio de la misión”.

“En el horario laboral tenía que hacer de todo: recetar medicamentos, atender consultas y limpiar el consultorio. Además de eso, tenía que falsificar documentos: si en el día atendía a diez personas, tenía que notificar 20 o 25. Si no lo hacía, me regañaban”, explica.

Después de su jornada laboral, Lucía debía llegar a casa antes de las 6 p. m. A esa hora un superior la llamaba para corroborar que, efectivamente, había regresado y la mantenían bajo constante vigilancia, según relata. Además, Lucía afirma que la mayoría de su salario se lo quedaba Cuba, y tan solo le daban un pequeño porcentaje que apenas cubría sus gastos básicos y los de su familia en la isla.

De decidir abandonar la misión, el Gobierno cubano se quedaría con su pasaporte, le invalidaría su título universitario y la obligaría a estar por fuera de la isla sin ver a su familia durante ocho años.

Así se mantuvo hasta el 31 de diciembre de 2013. Entre enero y febrero de 2014 regresó con su familia, pero en marzo le pidieron que se fuera con otra brigada para Brasil. “Fue la misma historia, me retiraron el pasaporte, pero la diferencia es que aquí no tenían tanto control de nosotros cuando salíamos a la calle”, dice Lucía al recordar que durante su instancia en territorio brasileño, Cuba le quitó cerca del 75 % de su salario.

“Ellos debían darnos 15.000 reales, pero nos pagaban solo 2.976”, relata. Sin embargo, las condiciones en Brasil fueron un poco diferentes: pudo ahorrar y hasta comprar un par de muebles para su casa. Pero en el 2015 le dijeron que debía abandonar su vivienda, pues si no lo hacía la retirarían de la brigada y la devolverían a Cuba.

“Yo no quería, pero se pusieron pesados. Me dijeron que tenía que ser agradecida con la revolución. Yo me negué y eso conllevó que me interrumpieran la misión. No pude regresar jamás a Brasil y me dijeron que no era confiable. Luego estuve cinco años sin poder salir de Cuba (2015-2019)”.

Después de esos cinco años de castigo que le impusieron, Lucía abandonó la isla y se fue para otro país del Caribe. Allí se reunió con su actual esposo, quien en el 2006 también abandonó una misión de internacionalización.

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