Con la misma piedra, por @ArmandoMartini

Armando Martini Pietri @ArmandoMartini

En el empeño de seguir hablando pendejadas, por un momento el entusiasmo traiciona y casi se abrazan cariñosos. Sin embargo, prefirieron el civismo y cortesía de estrechar manos. Honorables caballeros sonrientes, en un gesto civilizado de buena educación que haría pensar la situación de Venezuela mejora. Lo cual, como clamores oficialistas, es falso. No existe. 

Podría mejorar con un gobierno ligeramente más talentoso, pero seguimos teniendo el mismo con más problemas y mayores contrariedades. Por eso, se enganchan a la posibilidad -remota- de que los estadounidenses reimpulsen la industria petrolera, que destruyó intencional con premeditación y alevosía el chavismo-castro-madurista. Para que, con posteriores aclaratorias confusas de Washington y rigor protocolario de funcionarios, digan, la suspensión de sanciones es zanahoria al final de un palo, que aún no se puede comer. 

No crean, que la mueca conveniente, útil e interesada de la ilustración fotográfica resulta en un entendimiento -quizás por exigencias de bolsillos políticos llenos de esperanzas y atiborrados de emolumentos-, para conversar entre señorías distinguidas de adversarios refinados. Es la representación de que el castrismo sigue aferrado al poder y la representación de un sector opositor, ilegitima, repudiada y sin proceso democrático que la escogiera, trata de ocultar su torpe división con un diálogo manejado por violadores de los Derechos Humanos y criminales de Lesa Humanidad según denuncia por ante la Corte Penal Internacional. 





La oposición se deshilacha. La acción de termitas institucionales en la perruqueria canina, antes de que se terminara de desinflar con un golpe de Estado que bailó entre la mamarrachada ridícula y la estulticia vergonzosa en calles vacías y pocos militares a los cuales olvidaron en las cárceles, fue, la conspiración, de idiotas que alardeaban de jefes, para nombrar un Gobierno paralelo incapaz de ejercerlo y un Presidente interino sin autoridad, sin respaldo ni respeto de quienes aseguraban hacerlo. Y hoy, se complacen moviéndose a favor de eliminar sanciones, a cambio de habilitación política y reconocimiento.

Fantasmas, que representan el escaso remanente de una oposición sin fuerza ni voluntad o líder para organizar una pequeña marcha, ni soñar en aquellas maravillas que dieron al traste con el régimen, devuelto a Miraflores por castrenses enchufados. Por cierto, sectores que continúan sin pausa, pudor ni rubor. Y quienes aspiren representación de la oposición deben ser legitimados por voluntad ciudadana y no por una decisión burocrática de un grupo de fracasados iluminados. 

Sólo valientes, coherentes, que no venden principios ni traicionan a la ciudadanía. Que denuncian, hacen reclamos, tienen arraigo, proponen un modelo de país y como resolver problemas, serán los favorecidos. Lamentablemente, no suman apoyo y compañerismo necesario, pero cada día crecen en simpatía y confianza.

No obstante, los que fueron líderes en sus tiempos, especies de dinosaurios, que aún quedan, se resisten a extinguirse, no son mejor imagen que el histórico culpable y ahora se suponen líderes de una plataforma política autoritaria y autocalificada de unitaria, cuando es público, la procesión sigue por dentro. Defraudadores que se acusan de usurpadores. Un insignificante triunfo de la decrepitud, mientras siguen dando tumbos, flotando en la nave del olvido, en busca de hilos y agujas para remendarse, a la espera por pactos de peregrinos sin trascendencia, y un cúmulo de partidos, grupos políticos se dan bandazos soñando curules.

Sectores opositores no existen físicamente, son un montón de espíritus y espectros, como aquellos de Gasparín que flotan sin consecuencias mientras el país continúa de capa caída en las terribles corrientes que forman un giro oceánico sin costa que bañar, Mar de los Sargazos. No olvidemos aquella sentencia de argentinos desesperados, enfurecidos y hartos: “¡que se vayan todos!”.

El fracaso es tan contundente que cobardes no se atreven a dar la cara ni rendir cuentas. Los hechos tuercen el pescuezo a quienes se resisten rectificar. La mutación chapoteando en miserables menudencias repugnantes, hace que sobreviva la corrompida élite política. 

Para salir de la crisis generalizada, se requiere un gobierno viable, que resuelva de fondo los problemas sociales. La alternativa, una oferta cultural, institucional y social de democracia, dejar atrás conveniencias particulares, liberar a la conciencia del populismo y dependencia nociva del Estado. Legitimar o volver al punto de partida con menos fuerza y más desesperanza. La piedra venezolana con la cual opositores han tropezado una y otra vez durante más de veinte años, son pedruscos que sirven para tirárselos unos a otros.

@ArmandoMartini