La cumbre de Madrid empuja a la Unión Europea a los brazos de la Otan y aleja la idea de un ejército europeo

El jefe de política exterior de la UE, Josep Borrell, pronuncia un discurso durante un debate sobre el futuro de las relaciones UE-EE.UU. Como parte de una sesión plenaria en el Parlamento Europeo en Estrasburgo, Francia, el 5 de octubre de 2021. Frederick Florin / Pool vía REUTERS / File Photo

 

 

 





 

 

La OTAN y la Unión Europea son complementarias. Esa es la premisa que más repitieron los líderes de Estados miembros en la cumbre de Madrid. Pero la realidad parece ser otra: el reforzamiento de la Alianza Atlántica desemboca en una Unión más dependiente en materia de Defensa del atlantismo y, por tanto, más sujeta a los designios de Estados Unidos. El Alto Representante de la UE, Josep Borrell, ha insistido durante los últimos meses en la necesidad de un bloque de 27 más soberano respecto a Washington, sobre todo desde la retirada fallida de Afganistán. Pero ahora la situación ha cambiado, así lo reseñó 20 MINUTOS.

Una vez que se consume la entrada en la OTAN de Finlandia y Suecia, el 97% del territorio de la Unión Europea ya estará cubierto por el escudo militar y nuclear que ofrece la Alianza y esto tiene una doble lectura: la Unión Europea, neófita en materia militar como bloque, se sabe incapaz de afrontar los retos presentes y futuros, por lo que necesita a la OTAN, pero al mismo tiempo la inestabilidad de EE UU es también un riesgo. Una derrota demócrata en 2024 en favor de nuevo del trumpismo (no necesariamente de Donald Trump, pero sí de sus planteamientos) volvería a cambiar el contexto.

Sobre el papel, los 27 coinciden en la necesidad de una UE “más fuerte y capaz en el ámbito de la seguridad y la defensa”. Y en esa línea se pronunciaron los líderes de las instituciones europeas. “No solo debemos invertir más, sino ciertamente gastar e invertir más, juntos. Con opciones como mercados conjuntos, reforzar la base industrial y tecnológica europea en ese ámbito. Especialmente teniendo en cuenta el papel de las pymes”, comentó el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, siguiendo el argumentario del propio Borrell. Para el Alto Representante la clave está en “incrementar el gasto militar de manera coordinada, gastando más y mejor, juntos”.

La idea de una fuerza de acción rápida

En este sentido, también han pedido a la Comisión Europea la presentación de un posible programa europeo conjunto de inversión en Defensa, “que incluya la exploración de un vehículo para la exención del IVA y para proyectos europeos de Defensa de gran interés común”. La base de estos planes es la Brújula Estratégica presentada por el Servicio Europeo de Acción Exterior hace ya varios meses. En ella, entre otras cosas, Borrell defiende lanzar en la próxima década una fuerza militar común de acción rápida, dotada de hasta 5.000 soldados, para reaccionar en situaciones de crisis. Los líderes de los 27 bendijeron en su momento esta idea, entendida por muchos como el germen de un ejército europeo aún lejano.

¿Pero tan lejano? La realidad es que sí. Las decisiones en materia de defensa tienen que darse “por unanimidad” en el Consejo Europeo, y los pasos que se den tienen que hacerse respetando también las decisiones de la OTAN. El poder está en manos de los Estados miembros, y estos directamente están divididos: están precisamente los que prefieren la formación de un ejército europeo, conocidos como europeístas. Son pesos pesados como Francia o Alemania, y también España e Italia. En el otro lado están los llamados atlantistas, que defienden que la UE siga apegada a los pasos que dé la OTAN, como sucede actualmente, y que genera una dependencia de Estados Unidos. Es el caso de Portugal, Polonia o Hungría.

La UE, de momento y para el corto y medio plazo, está irrenunciablemente ‘esposada’ a la Alianza Atlántica, y la cumbre de Madrid refuerza esa dependencia. En ese escenario, Daniel Gil, de The Political Room, explica a 20minutos que “hay que ver primero qué esfuerzos va a hacer la UE en materia de Defensa, porque quitando la unidad de intervención rápida y la promesa de que la Comisión sea la coordinadora en este sentido, lo demás no pasa de declaraciones. La invasión de Ucrania lo que ha hecho es reforzar el papel de los Estados miembros”. Ahora mismo “tenemos muy poco sobre proyectos conjuntos” y la UE “está arrastrando los pies por razones internas”.

“La Unión no está haciendo el trabajo que tiene que hacer, y eso no es culpa de la OTAN ni de EE UU”, aunque, dice, “la Alianza claro que puede ralentizar el trabajo que pueda hacer la Unión en este aspecto”. Gil asegura que “no necesariamente hay nada perverso”, sino simplemente pensar en clave nacional. “La Defensa ahora mismo los países ya la tienen garantizada con el paraguas de la OTAN”. Pero aquí llega un aviso: “La UE juega con fuego porque el futuro de Estados Unidos es claramente incierto; es muy difícil prever cómo va a ser EE UU en dos o tres años”. Gil saca una conclusión. “Cuanto más se refuerce la OTAN, más lo hace la dependencia de EE UU y eso sí que supone un riesgo para la UE porque Estados Unidos nunca ha estado en un momento de debilidad tal como el que vive ahora mismo a nivel interno”.

En todo caso, la UE no tiene tantas opciones. “En 2024 hay elecciones en Estados Unidos y en dos años la Unión no puede convertirse en un actor independiente en materia de Defensa cuando no ha conseguido serlo en décadas”, cuenta el analista, para el que lo más importante ahora es que la UE “marque su propio camino e intente paliar las consecuencias más inmediatas y graves de la guerra y reforzar todo lo posible sus capacidades en los próximos 24 meses”. En definitiva, “la UE tiene que prepararse para un mundo en el que Estados Unidos no nos va a defender siempre”.

Por su parte, Guillermo Íñiguez, analista político y máster en Derecho Europeo por la London School of Economics, sostiene que hay dos problemas: “Uno ha sido la falta de realismo de Macron -pues Francia es el país que más defiende una UE de la Defensa- en cuanto a la integración europea se refiere, y el otro que la Unión ha sido víctima de su propia estructura, en la que las presidencias semestrales del Consejo no permiten plantear proyectos a medio plazo”.

Íñiguez considera que “si había un momento en el que la soberanía europea podía imponerse en la agenda eran estos últimos meses”, pero la cumbre de la OTAN “ha dejado claro que no hay una estrategia europea que permita olvidarse de la Alianza”. Así, el analista cree que “cualquier escenario de una Europa de la Defensa tiene que pasar por una colaboración con la OTAN”, pero esto “no quiere decir que la política europea de Defensa no se tenga que desarrollar”, pero parece “muy difícil pensar en un sustituto europeo de la Alianza Atlántica”.