El mundial y la política, por Gustavo Tovar-Arroyo @tovarr

¿Es Messi el mejor?

Reto a Tovar a conversar sobre temas distintos a los vinculados con el desastre venezolano: la Fórmula 1, el mundial, arte, cine, cualquier cosa. ¿Es Messi el mejor jugador de la historia?, le pregunto. Permanece ensimismado. No quiere hablar. Su decepción es obvia. Sus amigos lo desoyeron en su momento y hundieron al país en el desdén social en el que nos hayamos actualmente. La arrogancia los cegó. Ahora son sonámbulos del mundo, parlotean por aquí y por allá.

“Messi es el mejor jugador de fútbol que ha parido la raza humana”, me dice Tovar. “No ha habido otro como él, pese a que Maradona y Pelé fueron enormes.”





Cambió de tema, Tovar sonríe.

Las telarañas de nuestro tiempo

Siento que la historia de América Latina reinterpretará y compensará nuestra resistencia frente al despiadado y cínico régimen chavista. Sé que en el futuro nuestro grito será rescatado entre las telarañas de este tiempo, pero la actualidad olvida, desprecia nuestro anhelo de libertad igual que detesta a los criminales que rigen al país. La política aturde a todos por igual. Tovar me asegura que el rol de personas como él –y como tú– es crear sensibilidad y conciencia sobre la tragedia vivida. No más. La organización y la operación de la libertad corresponde a políticos.

Pero ¿qué políticos?, cada uno anda por su cuenta y para organizar y operar hace falta al menos un despojo de unidad. ¿Nos unimos a los corruptos de siempre?

Tovar agacha la cabeza, se resigna.

Nada es perfecto

Argentina es un país trágico, como trágicos son sus tangos. La derrota frente a Arabia Saudita confirma que para la nación de Borges, Cortázar o Sábato, la lucidez se contrasta con sorprendentes opacidades. Nada es perfecto, los matices grises entrañan la grandeza colorida y brillante de Argentina. Maradona, héroe trágico del fútbol, conquista la inmensidad y una vez en el cielo se derrumba bruscamente hacia la tierra, se convierte en una piltrafa humana, un drogadicto, un criminal, en un asqueroso chavista: en el asco. 

Tovar se sorprende por mis palabras, pero me asegura que las entiende. Argentina está destinada a ganar el mundial, pero la tragedia –la caída de sus dioses– persiste.

¿Qué pasará?

Dinero y tortura

Los chavistas –detestados universalmente– sólo pueden comprar indulgencias con dinero y tortura: los dos métodos por excelencia de la postmodernidad para el control político y social. Ahora que han dolarizado la economía, que su capitalismo no sólo es salvaje sino cruel (como todo lo que hacen), ahora que el frío neoliberalismo ha convertido a Caracas en un apoteósico burdel, repleto de Ferrari, BMW, Audi y Mercedes Benz, nuevos ricos y “socialistas multimillonarios”, es más fácil ver su patética mentira.

Tovar nos habló hace tiempo de esta distopía (sociedad imaginaria bajo el poder esclavista de una tiranía), advirtió que sería el pueblo quien peor la sufriría.

Tenía razón…

Todo a su tiempo

Tovar me reta ahora a mí para que conversemos sobre otros temas y me quedo en silencio. Es complicado. Lo veo observar –y disfrutar– un partido del mundial de fútbol y concluyo que él también se ha apoltronado como sus amigos políticos (aunque a diferencia de ellos, él si advirtió lo que sucedería y protestó las suicidas “negociaciones”), vive en el destierro, no puede organizar ni operar, entiendo por qué me dice que su misión es sensibilizar y crear conciencia para generaciones futuras. ¿Hará otro documental? ¿Hará una serie de documentales? ¿Qué hará?

Tovar voltea a verme, lee mis pensamientos, como si estuviera en ellos, como si fueran suyos, me sorprende, dice: “¡No te precipites, todo a su tiempo!”

Me tranquilizo, algo viene.