El avance de la Inteligencia Artificial genera incógnitas para el futuro de los derechos de autor

El avance de la Inteligencia Artificial genera incógnitas para el futuro de los derechos de autor

Un teclado se ve reflejado en una pantalla de ordenador que muestra la página web de ChatGPT, un chatbot de IA de OpenAI (REUTERS/Florence Lo)

 

Las computadoras han llegado a la vida de los humanos para simplificar muchos procesos. Sin embargo, en los últimos años, también se han transformado en un enemigo de los artistas y escritores debido al avance de programas que prometen crear obras de arte o textos originales a partir de unas simples órdenes. Los autores objetan ante la justicia a las empresas de inteligencia artificial (IA) que utilizan sus imágenes para generar contenidos, pero la batalla legal será cruda, ya que tanto en Estados Unidos, como en Europa, la ley favorece a la IA.

De todos modos, los juristas son optimistas y piensan que la legislación puede evolucionar. En enero en Estados Unidos, tres artistas se querellaron contra Stable Diffusion, Midjourney y DeviantArt. Por su lado, la agencia fotográfica Getty presentó una denuncia contra Stable Diffusion.

Los querellantes objetan el derecho de las empresas de IA a utilizar textos o imágenes para el “aprendizaje” de sus programas. Se amparan en algunas leyes como una directiva europea de 2019 que autoriza el derecho de exploración profunda, conocido como “data mining”, incluso sobre contenidos protegidos por los derechos de autor, si son de acceso público. Salvo, si el titular de los derechos se opone expresamente.

“Esta excepción a los derechos de autor, pensada para permitir el desarrollo de estas tecnologías, había pasado relativamente desapercibida”, explicó Charles Bouffier, del estudio Racine, en Francia.

La dificultad radica en asegurarse que la oposición de los autores sea respetada. Para Pierre Pérot, del estudio August Debouzy, ubicado en París, va a ser difícil saber si una obra fue utilizada en la fase de aprendizaje.

Un estilo

Con respecto a los contenidos que son generados, el estatuto jurídico es delicado. ¿Se trata de una falsificación, sobre todo si un usuario de IA encargó una obra “al estilo” de un autor o para imitar un logo? Tanto el derecho europeo como el estadounidense, sólo reconocen una falsificación cuando se copia una obra precisa. “Ni un género ni un estilo pueden estar protegidos por los derechos de autor”, explicó Eric Barbry, del estudio Racine.

En cambio, si se reconoce claramente la fuente de una imagen generada, la cuestión puede plantearse. En Europa, hay un reducto que puede proteger a los artistas copiados por tecnologías de IA, ya que la noción de “parasitismo” sanciona el “saqueo” de los esfuerzos ajenos.

Otra cuestión que plantea el auge de estas tecnologías es el uso comercial de los contenidos. Los juristas estiman que una IA no es propietaria, ni autora ni responsable. “Las IA explican en sus condiciones generales que es el usuario quien es responsable del uso que hará del contenido”, destacó Pérot y agregó:”No hay nada que impida su comercialización”.

De esto deriva la pregunta de si se debe especificar que el producto proviene del uso de IA. La futura directiva europea sobre esta tecnología podría estipular una obligación de transparencia. “Va a ser complicado que los usuarios de IA se presenten como autores plenos”, confirmó Barbry. Ningún tribunal en Europa se ha pronunciado sobre el tema, pero en Estados Unidos, la Oficina sobre los Derechos de Autor rechazó otorgar derechos a un cómic generado por IA.

El ejemplo de las fotos

“Este es el enfoque que podrían adoptar los tribunales europeos. Con una salvedad, cuando el usuario haya tenido un papel importante”, anunció Pérot. El experto cita el caso de “Space Opera Theatre”, una imagen generada por una IA que ganó un concurso en septiembre. Su productor pasó 80 horas hilando las instrucciones y retocando el resultado.

De este modo, los productos de la IA pasarían a la misma categoría que la fotografía, que se consideraba un producto herramienta y no una obra hasta que una sentencia del Tribunal de Justicia de la UE de 2011 reconoció las “elecciones creativas” que deciden los fotógrafos.

AFP

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