William Anseume: Amenaza de muerte para Delsa

William Anseume: Amenaza de muerte para Delsa

La izquierda latinoamericana no vive su mejor momento, a pesar de haber conquistado el poder y permanecer en él en varios de nuestros países. El resurgimiento de las visiones democráticas en contra del autoritarismo desmedido que aquellos han protagonizado en Cuba, Venezuela y Nicaragua especial pero no únicamente, tiene removidos los cimientos y temen lo peor: salir del poder que sienten tambalear.

En el caso de Cuba y Venezuela se debe sumar una crisis económica honda que llega a millones de ciudadanos desesperados por hambre, desatención en salud y máximas precariedades. La cercanía de las indispensables elecciones en la Pequeña Venecia va poniéndoles la cosa color de hormiga a quienes pretenden permanecer en el poder por cualquier vía. Incluso espantando los posibles votos de cada habitante con derecho a participar en ellas. El sabotaje ha incluido las imposibilidades de nuevas inscripciones, sobre todo de los más jóvenes, hasta provocar, a juro, la renuncia de la directiva del Consejo Nacional Electoral para colocar más o menos de facto uno más acorde con sus tiempos, con sus necesidades.

Por otra parte, la izquierda quiere conquistar el poder en países como Ecuador que le han sacado el cuerpo. Allí se producen dos asesinatos políticos y un intento frustrado. Están dispuestos a todo, como se ve. Mucho queda por desenhebrar acerca de la juntura de Díaz Canel con Diosdado Cabello en Cuba. Pero todo apunta a una mayor agresividad, en el esparcimiento más desmedido del miedo terrorífico para tratar de contener la reversa. En Colombia no van mejor las cosas. El escándalo, la situación de Petro en general, luego de la comedia inacabada con el exembajador en Venezuela y ahora con el hijo salpica de tal modo la gestión del presidente colombiano, exguerrillero él, que lo coloca en posibilidades de verse contra las sogas de manera irresoluble. Un panorama nada halagüeño para el proyecto del Foro de Sao Paulo.





En Venezuela se ha desatado también la violencia política menuda. Agresiones hemos visto y vivido en carne propia en la campaña de la elección primaria. Lo ocurrido con Encuentro Ciudadano por parte de simpatizantes y oficiantes del PSUV en La Guaira, donde la agresión no pasó a mayores con nuestra candidata porque los vecinos lo impidieron y, aún así, a todo riesgo, seguimos hasta concluir la actividad, forma parte de una agenda de agresión programada. De persecución programada, de violaciones programadas a múltiples derechos humanos.

El culmen del asunto llega cuando la propia Delsa Solórzano recibe en sus cuentas de redes sociales una repetida señalación y amenaza y, finalmente, la amenaza de muerte. De nada les vale que sea una mujer para la manifestación de la cobardía. Lo hemos visto justo ayer al conocer que han puesto presa a la madre de un prisionero político, madre, por tanto mujer, y de la tercera edad. ¿Se puede pedir más cobardía? Le temen a las mujeres. Existe diseminada una violencia política y una violencia política contra las mujeres, otra candidata fue amenazada a viva voz por un gobernador para entrarle a coñazos, literalmente. Con la expresidenta Añez en Bolivia hemos visto esa violencia política contra las mujeres avanzar más que cotidianamente en particularidades y personalidades muy relevantes.

Delsa lo ha dicho, llevaremos a instancias internacionales el asunto, ya que en Venezuela no existe Estado de derecho. Las investigaciones y protección ofrecida son irrelevantes. No hay manera de confiar y creer en este régimen criminal, para nada. Seguiremos adelante con una candidatura que despierta temor en el oficialismo. La candidata se crece con su trayectoria política en general y especialmente por su defensa en cuanto a los DDHH. Más del temor que siente el régimen, sancionado, también por lo que le representa una Corte Penal Internacional blindada.

No cabe duda que en América Latina se puede acrecentar mucho más la agresión física, psicológica, lingüística. Pero no cabe duda alguna tampoco de que pagarán sus fechorías. Dejen atrás la violencia como arma. Dejen atrás la violencia política y la violencia política contra las mujeres y verán señores en el poder la más monumental de las derrotas pintadas en las urnas democráticas. Pero la cobardía y el maquiavelismo les impide medirse en buena lid.