Juan Pablo García: Carlos Eduardo Blanco. un demócrata venezolano de excepción

Juan Pablo García: Carlos Eduardo Blanco. un demócrata venezolano de excepción

Hablar de Carlos Eduardo Blanco García –nacido en Caracas, Venezuela, en 1947– aparte de conllevar un enorme y fraternal orgullo, nos da el honor de referirnos a un distinguido y significativo personaje, que en cuanto notable protagonista de la Venezuela contemporánea, no puede tenerse sino como excepcional.

Escribir sobre él no es tarea que puede despacharse fácilmente, dadas la abundancia de variopintos e interesantes aspectos concurrentes en su fecunda biografía, y la extensa relación de datos de su currículo académico-profesional, político, comunicacional e intelectual, elocuentemente reveladores de una vida plena y fructífera en todos los sentidos.

De heterogénea cultura, polifacético y versátil de pensamiento, palabra y acción, en el mejor de los sentidos, Carlos Blanco, ha dejado testimonio fehaciente de sus potencialidades y capacidades en todas y cada una de las responsabilidades, tanto propias como públicas, que en su discurrir existencial ha debido asumir.





Nada revela mejor ese talante determinado y creador que constatar cómo ha podido salir airoso, por no decir que triunfante, en oficios, funciones y “atrevimientos”, tan disímiles en métodos, estrategias y fines, como la docencia, la comunicación social, la política, la planificación y la administración pública… ¡y la literatura! (más lo que no sabemos).

Sería prolijo y acaso inconveniente mencionar en esta nota –que no ambiciona más que agradecerle al estimado y respetado amigo y compañero sus invalorables contribuciones a la Venezuela necesaria– todos y cada uno de los logros y méritos que registra su Hoja de Vida; de manera que nos limitaremos a referir solo algunos de tales, con la advertencia de que es muchísimo más lo que nos vemos obligados a dejar en el tintero:

Las credenciales de la educación formal de Carlos Blanco podríamos resumirlas así: Economista, egresado Summa Cum Laudae, de la Escuela de Economía de la Universidad Central de Venezuela (1964-1969); Magister Scientarum (M.Sc) en Planificación Industrial, egresado del Centro de Estudios del Desarrollo (CENDES), Caracas, Venezuela (1970-1972); y Doctor (Ph.D) en Ciencias Sociales, egresado de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales (FACES) de la UCV.

Se desempeñó como docente en la Universidad Central de Venezuela (en la cual se jubiló en su momento como profesor de la categoría Titular); y más adelante fungió de catedrático en la Boston University (EEUU).

En ejercicio de responsabilidades oficiales en Venezuela fue Secretario Ejecutivo de la Comisión Presidencial para la Reforma del Estado, COPRE (1984-1989); Presidente de la Comisión Presidencial para la Reforma del Estado (1989-1992); y Ministro de Estado para la Reforma del Estado (1989-1992), durante las presidencias de Jaime Lusinchi y Carlos Andrés Pérez II.

Para resumir, digamos que Carlos Blanco ha sido, entre otras muchas cosas, directivo, coordinador y consultor internacional de diversidad de instituciones; investigador asociado e invitado de universidades norteamericanas; directivo, miembro de consejos de redacción y articulista (incluso activo actualmente en esto último), de medios nacionales y extranjeros, lo mismo que en libros especializados; moderador de importantes programas televisivos nacionales y foráneos; y conferencista internacional en una muy variada gama de temas políticos, sociológicos y económicos.

Ha publicado varios valiosos libros sobre tópicos relacionados con las Ciencias Sociales, sobre todo con la Economía, y, como si fuera poco, incursionó en la narrativa con una muy interesante novela: Gran marcha hacia el abismo (Kálathos Ediciones, 2022, Madrid, España), con la cual también da cuenta de su talento creativo en el campo de la estética literaria.

Es imperativo poner de relieve lo concerniente a la personalidad, al carácter de nuestro personaje. Quienes no han tenido la fortuna de conocerlo personalmente, de departir con él (como han podido hacerlo sus amigos y compañeros, o sus alumnos, por ejemplo), tal vez pudieron verlo y escucharlo en la TV, en las emisiones de su programa “Blanco y Negro” (junto al profesor Aristóbulo Istúriz, por Globovisión), en realidad una cátedra de buen periodismo de Opinión. La asertividad no exenta de cortesía, la serenidad, las buenas maneras, la objetividad y la sindéresis en las actitudes y en las palabras –nada de ello pose mediática, por supuesto–, no solo definían y definen la calidad de persona que era y que es, formal y sustantivamente, el doctor Blanco, sino que fueron, en sí mismas, lecciones de integridad y de decencia para los televidentes. Sin lugar a dudas, una excelente manera alternativa de hacer pedagogía social.

El doctor Carlos Eduardo Blanco, más que por sus títulos y méritos, y más bien por su claridad y su persistencia en defensa de la Causa Democrática, por todo lo que en ese sentido él significa, por su experiencia y por todo lo que está en condiciones de aportar, está llamado a ser un factor de importancia capital en el proceso de construcción de la nueva Venezuela, de la Patria en Libertad, Democracia y Progreso que está por advenir bajo la conducción firme y valiente de nuestra líder y próxima presidenta María Corina Machado.