El lado desconocido de Maradona contado por sus hermanas

El lado desconocido de Maradona contado por sus hermanas

Rita, Mary, Ana y Cali con una gigantografía de Diego: “Con nosotras siempre tenía el corazón abierto” (Maximiliano Luna)

 

A la sala la llaman “la Capilla Sixtina”. Aquí y allá aparecen todos los Diegos, el Diego. El de los rulos perennes y el talento fresco, indómito, de Argentinos, el consagrado de la Selección y el Napoli; el técnico, con el traje impoluto y la barba entrecana que fue marca registrada. Rita, Mary, Ana y Cali (de las mujeres, sólo falta Lili) la recorren, observan con nostalgia a cada versión de su hermano; una divinidad para buena parte del planeta, el Nene, o Pelu, para ellas. “Éramos cuatro mujeres cuando vino. Entonces, para nosotros no era Diego, era el Nene. De grande también, así lo llamábamos”, revela Rita Mabel; Kitty para los amigos y conocidos. Recién los hermanos menores adoptaron el Pelusa como apodo, que luego se hizo pueblo.

Por infobae.com





Las cuatro mujeres levantan la vista, recorren el cielo(rraso) del salón. En una formación de nubes lo encuentran escondido, incluso lo logran con facilidad, cuando para la mayoría de los visitantes el desafío es complejo. Es que para ellas está ahí, en cada rincón, en cada recuerdo, que obliga a frenar cinco veces la charla, porque la emoción aflora a borbotones. La visita al bar temático “Lo de Diego”, en Caminito; donde el astro surge en cada foto, en estatuas de un parecido inquietante o en las camisetas, sólo dispara las anécdotas. Este lunes 30 de octubre, Diego Maradona cumpliría 63 años. “Con nosotros siempre tenía el corazón abierto. Para nosotros no va a morir nunca”, añade Rita. “Era el mejor hermano”, lo definen al unísono, sin siquiera cruzar mirada antes de coincidir. “Fue un ser humano con todos sus defectos y virtudes, pero tenía muchas más virtudes. Lo que le sobraba era amor”, recita Cali, la más chica. Y sumerge al encuentro en un silencio sobrecogedor.

Kitty, Mary, Ana y Cali (al igual que Lili) hablan poco, muy de tanto en tanto. “Nosotras siempre fuimos de perfil bajo”, resalta Rita, que además cumple el rol de presidente de Sattvica, la empresa que gestiona los derechos de imagen de Pelusa, hoy bajo la tutela de las hermanas, que además llevan adelante distintas acciones solidarias en diferentes puntos del país, como La Boca o Villa Fiorito. “Lo representamos porque somos un pedacito de él. Mientras estemos, es el legado que nos dejó sin quererlo. Era él el único que sorportaba tanto”, explica Cali, que además ilustra: “Él te paraba la balas con el pecho”.

En diálogo con Infobae, las hermanas del histórico capitán de la selección argentina le abren la puerta al otro Maradona. Al que no mostraban las luces, el que no perseguía a la pelota. El hermano, el hijo, el amigo. El Diez, fuera de la oficina, sin la Diez.

-¿Cuál es el cumpleaños de Diego que más recuerdan?

Rita: El de 18 años. Porque se había comprado la quinta en Moreno y fue una gran fiesta gran. Hermosa, con la familia a pleno, era impresionante. Estuvo (Juan Carlos) Mateyko conduciendo; Violeta Rivas, Néstor Fabián…

-¿Qué le gustaba que le regalaran?

Rita: Nada, él no quería. “A mí no me regalen nada”, decía. Él era Papá Noel. El primer televisor color que tuvimos lo trabjo de Japón, en el 79.

-¿Cantó ese día?

Mary: No lo dejaban acercarse al micrófono, había mucha gente, sino arrancaba él con el karaoke, como siempre.

-¿Qué es lo que más le gustaba cantar? ¿Les pedía que lo acompañaran?

Cali: Sí, cantábamos con él, duetos. El tango le gustaba mucho.

Ana: Leonardo Favio, Marco Antonio Solís.

Cali: “Si no te hubieras ido sería tan feliz”…

Rita: Ella -por Cali- lo acompañaba más.

-¿Y qué se comían en esas fiestas? Porque es famoso, por ejemplo, que a Lili le pedía siempre que le hiciera garrón.

Ana: Lili se lo cocinaba y yo se lo conseguía.

Rita: Mi papá hacía garrón. También le gustaba la papa hervida; al pescado lo traían cuando se iban a la isla y estaban semanas pescando con mi papá, en Esquina (Corrientes). También le gustaban las milanesas. No era mucho de las pastas. La pizza siempre le gustó, últimamente le gustaban mucho las pizzas de El Cuartito, le mandaban cajas y cajas. De todos los gustos.

Ana: Le gustaba comer salchichas a la tarde. Cortaditas. La sopa… Era sopero. De verdura, con fideos finitos, municiones. Tenía gustos simples.

Cali: Lo más sofisticado eran la rana y el caracol.

Rita: El sushi no le gustaba.

-¿No era dulcero?

Mary: Pastelitos de batata y dulce y queso.

Rita: Si le habrá hecho pastelitos mamá cuando estaba en la concentración de la selección argentina. Hacía para todos, nunca pidió para él solo. Le llevaba bandejas y bandejas. Lo mismo cuando papá hacía asado, era para todos.

-¿Era bueno pescando?

Mary: ¿En qué no era bueno? En todo era bueno, todo hacía bien.

Rita: Era competitivo… Competía con papá a ver quién pescaba más.

Ana: Cuando sacaba muchos, papá le decía “vos los compraste”.

-¿Es verdad que en Esquina se hizo un grupo de amigos con los que iba a pescar y los invitaba a quedarse en la casa de la calle Cantilo, aunque él no estuviera?

Rita: Era ”vi luz y subí”, tocaban timbre y entraban. Algunos se quedaron a vivir. Tenemos uno que anda dando vueltas, Germán Pérez, él dice que es nuestro hermano más chico.

Mary: Somos ocho hermanos y medio con él, jaja. Es el único que quedó de esa época. Se quedó a vivir acá. Otros volvieron a Esquina.

-Esa casa es especial para ustedes, porque vivieron ahí, lo mismo que don Diego y doña Tota. Festejaban las Fiestas, los cumpleaños. Y ahí fue la gran celebración del título en el 86 con la gente . ¿Qué se acuerdan de eso?

Ana: Que rompieron todas las plantas. Por la multitud que se juntó.

Rita: Destrozaron el jardín, mi mamá los quería correr a todos, después. En ese momento no, porque era todo alegría, pero cuando se levantó y vio cómo estaba el jardín…

Cali: No se podía pasar por Cantilo.

Mary: Fueron como dos días en los que no podíamos ni entrar ni salir.

Ana: También tardó como cuatro horas en salir del aeropuerto, después lo llevaron a la Casa de Gobierno…

Mary: Estábamos todos cuando salió al balcón. Lo abrazamos y fue llorar, una alegría…

-¿Y en el 90?

Mary: Con la tristeza que tenía él… Le llevaron la medalla y lloraba.

Cali: Cuando volvió estaba tranquilo, pero nunca le gustaba ser segundo.

-¿Y cómo veían los Mundiales?

Mary: Cada uno en su casa.

Rita: Mamá, sola en su habitación, y los demás en el comedor, o en sus casas. Era una cábala. El primer partido en el 86 se ganó y seguimos así.

Cali: Mi mamá era de gritar; mi papá, no.

Ana: Se la agarraba con el árbitro, era irreproducible lo que decía.

Cali: Era brava con la boca.

-¿Nunca tuvieron un poco de celos de esa relación simbiótica que tenía con su mamá?

Cali: Era el preferido de mamá y listo.

Rita: Es la verdad.

Ana: Era los ojos de ella. Para mi mamá, estaba primero. Y para nosotros también. Ya de chiquito.

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