La guerra de Gaza amenaza la reelección de Joe Biden

La guerra de Gaza amenaza la reelección de Joe Biden

Detalle de la manifestación contra Israel celebrada en Nueva York el pasado 9 de noviembre.MICHAEL NIGROGETTY IMAGES

 

“Una de mis funciones en el Senado de Estados Unidos es ser el guardián de Israel, y lo seguiré siendo mientras que quede un hálito de vida”.

Por El Mundo





Así explicaba en abril de 2010 el entonces senador Chuck Schumer al comentarista radiofónico judío conservador estadounidense Nachum Segal cómo veía su función en el Legislativo estadounidense. Hoy, 12 años y medio más tarde, Schumer es el líder de la mayoría en esa cámara, el cargo electo más alto jamás ostentado por ningún hebreo en la historia de Estados Unidos (a un nivel institucional, está muy por detrás del secretario de Estado, Tony Blinken, también judío, pero esa posición no es elegida en las elecciones).

No se trata de una cuestión de identidad religiosa, cultural, o nacional israelí. Nancy Pelosi, que fue durante ocho años presidenta de la Cámara de Representantes (de nuevo, un cargo más importante que el de Schumer) dijo en diciembre de 2018, en una intervención en el Consejo Israelí-Estadounidense (IAC, por sus siglas en inglés): “Si el Capitolio se viniera abajo, la única cosa que quedaría en pie es nuestro compromiso con Israel”.

Justo cinco años después de que Pelosi dijera esas palabras, un fantasma planea por la política de EEUU: es posible que lo que se caiga no sea el Capitolio, sino la Presidencia de Joe Biden, debido, precisamente, al apoyo incondicional del presidente a Israel en la guerra de Gaza. El conflicto ha abierto una división que nadie sabía que existía en el Partido Demócrata, que es, también, el partido de la comunidad hebrea de Estados Unidos. Desde 1920, todos los candidatos demócratas han ganado el voto judío, normalmente con el doble o el triple de respaldo en esa comunidad que los republicanos.

Por un lado, está el establishment, formado no solo por el gabinete de Biden, sino por 261 de los 263 miembros del Legislativo de esa formación. Por otro, la nueva generación de estadounidenses, de entre 18 y 40 años, entre los que, a medida que se va reduciendo más la edad, parecen simpatizar más con los palestinos y menos con los israelíes. Hay otro grupo propalestino, mucho más pequeño, pero que está ganando peso demográfico en EEUU, y que puede decidir las elecciones de 2024 si éstas son muy ajustadas: los árabes estadounidenses. También apoya a los palestinos una sección de la izquierda de la minoría negra, sobre todo en la periferia del movimiento Black Lives Matter (Las Vidas Negras Importan), que protagonizó parte de las protestas, disturbios y saqueos de 2020 contra la brutalidad policial en los que murieron decenas de personas.

El problema para Biden -e, indirectamente, para Pelosi y para Schumer- es que sin los jóvenes, los demócratas no tienen ninguna posibilidad de ganar. Solucionarlo es complicado porque no se trata tanto de una mera cuestión política sino generacional. En buena medida, es un signo de cómo Estados Unidos está cambiando. La retórica de lucha de liberación racial lanzada por Black Lives Matter y otros grupos similares encaja perfectamente con la de los palestinos. EEUU es ya un país en el que solo el 59% de la población es blanca -y, entre los menores de 26 años, el porcentaje cae al 52%- por lo que la idea de que Israel es una especie de isla occidental en Oriente Próximo está perdiendo fuerza.

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