Alfredo Maldonado: Es hora de buscar a dónde ir

Alfredo Maldonado: Es hora de buscar a dónde ir

Cuando uno se va de viaje suele preparar el asunto con tiempo –hago excepción de los viajes de negocios, que las empresas organizan para sus ejecutivos de acuerdo a sus intereses, he tenido a Dios gracias las dos experiencias en 40 años en empresas publicitarias y sus clientes. Incluso antes, cuando niño, con mis padres a Curazao y a Trinidad, tiempos remotos en los cuales la foto del pasaporte de mi madre nos incluía a mi y a mi hermano menor.

Ya Nicolás Maduro debe tener esas gestiones adelantadas, según algunos cuentan, listo para vivir rico y cómodo, quizás incluso héroe revolucionario, en algún país lejano.

Diosdado Cabello y los hermanos Rodríguez, y algunos otros gerifaltes del régimen, Álex Saab y familia incluídos –aunque no en Italia, donde la señora Saab es buscada por la justicia, búsqueda que no se si incluye a la Unión Europea- deben andar en lo mismo. Deberíamos incluir a los generales Vladimir Padrino y otros soles, pero con los militares nunca se sabe.





Puede que retrasen todo lo posible la convocatoria a elecciones contando con los olvidos y calma de Joe Biden, pero es difícil que no se convoque a votar en el segundo semestre de 2024, dicen unos que en octubre, que sería una rareza, o en diciembre que es mes electoral en Venezuela desde 1958, casi setenta años atrás.

El problema, sin embargo, no es lo que la Casa Blanca haya dicho a Maduro, los Rodríguez y a Gerardo Blythe, sino lo que anda revoloteando en la mayoría de las mentes de los electores venezolanos, que están hasta las narices del chavismo y su parafernalia fracasada y desgastada, y de la sucesión del castromadurismo. Maduro habla con frecuencia, levanta el puño o esgrime su tono más emocional, enormemente vestido a lo civil a la medida o disfrazado de comandante militar a la cubana, el problema es que no importa lo que vista y que levante o no el puño, nadie le cree y, aún peor, nadie siente que le deba algo, al menos en las masas electoras.

Hay por ahí rumores y figurones que pretenden aparecer también como opciones electorales, pero María Corina Machado es ya mucho más que una opositora, es una emoción nacional, es una convicción. Y si por un milagro por aquello de que el diablo mete la cola, si el señor Amoroso o quien deba dar la cara por el Consejo Nacional Electoral afirme la noche del domingo –supongo que, también por tradición será un domingo, quizás este año el 8 de diciembre, día de la Virgen- que han aparecido los millones de votos que surgieron cual milagro el día del referendo de los centros vacíos, se va a armar un lío y cualquier cosa puede pasar.

Más lógico y sencillo sería que esa noche de domingo a lunes estuvieran listos y despegaran varios aviones, quizás a Cuba si es que Díaz-Canel aguanta hasta entonces, o hacia destinos más lejanos. No hacia Miami porque no le gustará a los republicanos ni al señor DeSantis, justo cuando hay allá ambiente para el regreso presidencial de Donald Trump o cualquier republicano electo para abofetear al señor Biden.

Nuestro único miedo es quién va a acompañar a la señora Machado, porque si se rodea de los dirigentes de los partidos de siempre, que se preparan para ello, la cosa podría resultar en una gran decepción.

O algo peor.