El caso de “la pirámide del fin de mundo”, el monumento de hormigón que pudo haber acabado con millones de vidas

El caso de “la pirámide del fin de mundo”, el monumento de hormigón que pudo haber acabado con millones de vidas

La Pirámide de Nekoma era una monumental pirámide truncada de hormigón que se levantaba solitaria en la llanura de Dakota del Norte. Composición: Blanca López-Solórzano.
SURVEY HAER ND-9-B /LOC

 

La mejor manera de evitar una escalada armamentística no es dejar de fabricar armas; es dejar de fabricar defensas contra esas armas. Parece contraintuitivo, pero es la br sobre la que se redactó el Tratado de Misiles Antibalísticos de 1972: cuantas más defensas contra misiles nucleares balísticos haya, más misiles nucleares balísticos serán necesarios para mantener la teoría de la disuasión mutua.

Por: El País





Firmado por el presidente estadounidense Richard Nixon y el premier soviético Leonid Brézhnev, el ABMT limitaba a ambas superpotencias a la construcción de dos instalaciones de misiles antibalísticos con un máximo de cien en cada una. Teóricamente suficiente para contrarrestar los aproximadamente ochocientos proyectiles de trayectoria suborbital con los que se amenazaban los unos y los otros en una danza cuyas bailarinas eran capaces de causar la extinción de cualquier tipo de vida en el planeta Tierra.

De acuerdo con su doctrina nuclear, cuya única prerrogativa indicaba que el uso de tal tipo de armamento solo sería contemplado en el caso de riesgo existencial de la Madre Patria, la URSS desarrolló el complejo A-35M en las afueras de Moscú, para así proteger a la capital. Durante un tiempo, los norteamericanos también contemplaron la idea de construir sus instalaciones en terrenos de la br naval de Annapolis y que sirviesen de escudo a Washington D.C. El problema era que, para ellos, la Guerra Fría no fue solo un juego de espionaje, engaños y propaganda contra los soviéticos; también debían lidiar con las voces que se alzaban contra las armas nucleares dentro de los propios Estados Unidos de América.

Pese al robusto –y a veces un poco chabacano– patriotismo con el que habían inundado todos los medios desde el fin de la Segunda Guerra Mundial y la guerra de Corea, el gobierno norteamericano se encontró con una prensa y una opinión pública cada vez más antimilitaristas, algo lógico si se tiene en cuenta el desastre en el que se estaba convirtiendo la intervención en Vietnam. No parecía que la colocación de armas nucleares junto a una gran ciudad fuese a apaciguar al creciente pacifismo, así que, cuando llegó el momento del complejo de misiles antibalísticos, descartaron lo de Annapolis y se fueron en medio de la nada a construir una pirámide.

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